Por Buenaventura Ríos Ríos
Por 91 votos a favor, 30 en contra y una abstención, el miércoles pasado, el Congreso de la República aprobó en segunda votación la modificación constitucional que restituye el sistema Bicameral en la estructura orgánica del Estado peruano. Eso se hizo a pesar de que, en el referéndum del 19 de diciembre del 2018, la población se pronuncio en contra de la bicameralidad con un contundente 80 % de los votos emitidos. Según la ley esto es posible después de transcurrido más de dos años de realizado un referéndum.
Pero, el sistema bicameral aprobado ¿es bueno o malo para el país? Para responder a esta interrogante haremos la siguiente reflexión. El 2014 se aprobó la ley universitaria 30220 con el sistema unicameral, desde el punto de vista de los docentes universitarios, organizados en la Federación Nacional de Docentes Universitarios del Perú (FENDUP), esta ley fue nefasta, porque violentó la autonomía universitaria y recortó una serie de derechos que ya tenían.
Si se hubiese contado con dos cámaras, la de diputados y de senadores, con la aprobación del proyecto de ley en primera instancia por la cámara de diputados, los docentes habrían tenido la oportunidad de leer, estudiar y recurrir a la cámara de senadores para corregir cualquier arbitrariedad. Eso no ha sido posible. Transcurridos más de diez años desde la aprobación de la ley universitaria, los docentes han debido realizar sendas jornadas de lucha para recuperar los derechos conculcados y aún siguen en la brega realizando paros y huelgas, generando descontento social. Desde esta perspectiva, contar con una cámara de senadores habría sido positivo.
De otro lado, recordemos los sucesos en torno a la estatización de la banca planteada en 1987, durante el primer gobierno aprista. En aquella oportunidad, la cámara de diputados aprobó ipso facto la medida dictada por el ex presidente Alan García, pero fue detenida en la cámara de senadores, denominada también cámara “reflexiva”, con el que se puso fin al intríngulis. Adicionalmente, recordemos, por esas fechas un juez otorgó una medida cautelar al dueño del Banco Mercantil, Pardo Mesones, impidiendo legalmente su estatización. Si Alan García hubiese continuado con el proceso, su régimen democrático se habría convertido en una dictadura. ¿fue buena o fue mala la actuación del senado? En perspectiva podríamos decir que fue buena.
Después vino el golpe de estado de Fujimori, del 5 de abril de 1992, que disolvió entre otros entes al Congreso de la República, senado y diputados incluidos. La justificación fue, que el Congreso se había convertido en un órgano paquidérmico, inútil, lento. Obvio, la dictadura quería un congreso a su medida y de ahí salió la unicameralidad. Resultado, se tienen leyes de poca calidad, aprobadas al guerrasso, cuya corrección es de difícil solución generando conflicto social.
Se plantean algunas objeciones, como que serían demasiados, 130 diputados y 60 senadores, 190 en total. Pero hagamos memoria, en 1990 habían 180 diputados y 60 senadores, 240 en total, cuando la población del país era mucho menor. Respecto al presupuesto, eso es manejable, actualmente existen 26 trabajadores por cada congresista – herencia del régimen de Ollanta Humala que masificó el Congreso, siendo un número adecuado el de 5 trabajadores por congresista más un pequeño aparato administrativo. Eso debería regularse.
Finalmente, ante la perspectiva de tener leyes rápidas, de mala calidad y que generan conflicto, producto de la unicameralidad, como por ejemplo la Ley Forestal que tanto malestar genera en la Amazonía, es preferible tener leyes resultado de la reflexión de dos cámaras, diputados y senadores que, aunque demoren un poco, sean de calidad y eviten conflictos, a los que sin embrago habría de ponerles un corsé, establecer un plazo para la aprobación de la ley entre una cámara y otra, no superior a los 6 meses, salvo mejor parecer.