Conocidos los resultados, los temas de agenda deben escribirse con claridad, como transparentando el inicio de una nueva gestión.
La seguridad ciudadana está en nada, no solo en la región selvática, sino también en sierra y costa. Al parecer, este tema está que quema o no está en agenda.
La selva está que arde. La selva es sinónimo de bosque. No podría llamarse selva a cerros y llanuras exentas de árboles, con exposición de la arcilla barrosa o con superficies llenas de shapumbales, sin animales silvestres, sin riachuelos ni quebradas, con polvaredas calientes en las soleadas veraniegas. La forzada desaparición de riachuelos y quebradas, que por milenarios años irrigaban las verdes praderas; la extinción de miles de animales silvestres como la Huangana, el tigre negro, es el agrio resultado de la intervención desordenada del hombre. Administrar la selva no solo es pregonar a los cuatro vientos que la queremos verde, como el alegre cantar del avecilla multicolor, administrar es ordenar el uso; porque no en vano la ONER trajo a mano la clasificación de la tierra según su capacidad de uso mayor, que al parecer está disponible desde la década del sesenta. ¿Cómo podemos darnos el lujo de no considerar esta base de datos valiosísima para planificar el desarrollo de la selva? En ese documento se indican las áreas destinadas por la naturaleza, para riego, áreas planas. Áreas para cultivos permanentes, para pastos, área forestal y áreas de protección. Los riachuelos y quebradas están secando porque las fajas marginales ahora lucen sin árboles. Los ríos tienen aguas de coloración chocolate, como si fuera a servirse en sus tazas la noche buena, porque los cerros pelados, sin árboles dejan escapar la fina capa de suelo, donde los campesinos podrían seguir produciendo sus cultivos. La copiosa lluvia arrasa miles y miles de toneladas de suelo de miles de hectáreas y se van de paseo si retorno por los cauces acuáticos, descansando en los bajiales para formar los inmensos arenales y terrenos aluviales. Entonces, hay tarea seria de un gobierno responsable, que dejaría de lado el discurso del verde esperanza, por la acción de ordenar la agricultura sostenible, donde se respeten las áreas para el cultivo de alimentos, del cultivo permanente, del bosque familiar y las orillas de las fuentes de agua. La selva tiene sus propias características y es el ser humano el que tiene la imperiosa obligación de adecuarse a su sistema natural, de lo contrario, el irreversible diluvio pronto llegará. No es que el fin del mundo llegará en tiempo lejano y quizá nos encuentre con los pantalones abajo, sin que hayamos confesado nuestros pecados; el fin del mundo estamos construyendo aceleradamente nosotros mismos, haciendo secar el agua que bebemos, envenenando las aguas de ríos, quebradas y riachuelos; empleando tramperos para matar a los últimos sobrevivientes animales silvestres; eliminando los árboles que nos dan oxígeno, leña; deforestando toda la floresta, como si tuviéramos fobia a la hoja verde.
Analfabetismo cero. Toda persona debe saber leer, cuanto menos. Y, toda persona debe leer. Fomentar campañas de lecturas, no solo de estudiantes, sino de todas las personas. ¿No sería más saludable que en vez de estar perdiendo tiempo en jugar a los naipes, se ocupe este tiempo en leer? ¿No sería mejor que en vez de estar viendo telenovelas, se ocuparía este tiempo en leer? La lectura abre la mente, permite conocer otros mundos, episodios distintos. Este conjunto de conocimientos facilita el amplio discernimiento. Permite a la persona poner en práctica el valor del respeto.
Esta es una etapa en que las carreteras afirmadas a los distritos sean pavimentadas, porque luego, las carreteras pavimentadas llegarían a los caseríos y centros poblados, que en buena cuenta son los centros de producción. La economía de la región debe sustentarse en la producción, y en menor porcentaje en la extracción.