Este fin de año, en lugar de visitar las discotecas y el alcohol acostumbrado, lo he dedicado a mi familia. He dormido a las 12 y 30 de la noche después de haber bebido una pequeña cantidad de cerveza.
Desde hace varios años he confirmado que las costumbres que uno va adquiriendo con el tiempo van cambiando haciéndose cada vez más sosegadas.
He aprendido asimismo que eso es más delicioso. Al día siguiente tuve la oportunidad de muy temprano visitar Shucshuyacu, un lugar en el que abandonado a la naturaleza, uno realmente siente al universo como un templo, el contacto con Dios de una manera más personal y el inicio de un año sin nada de qué arrepentirse.
Así inicio el 2015 que espero que sea un año lleno de bendiciones para todos los que están a mi lado y a quienes no. Ojalá que se corrijan las rutas en el mundo y que empecemos a tomar en cuenta a la naturaleza como un elemento importante de nuestras vidas. A amar a la tierra…