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martes, mayo 7, 2024

¿El triunfo de la tecnología?

A través del Cristal
William Gallegos
Columnista

 

Vivimos una época en que hemos perdido la capacidad del asombro en situaciones disímiles. En unas, lo absurdo, cuando, por ejemplo, políticos declaradamente ladrones pretenden querer seguir gobernando el país porque se consideran mejores que todos nosotros, y cuando descubrimos que los tremendos latrocinios que organizan las mafias políticas y criminales es por su connivencia con las instituciones del Estado, supuestamente llamadas a castigar la corrupción; pero vivimos en el Mundo de Subuso. En otras, es descubrir que en menos de treinta años nuestra manera de vivir, y, posiblemente, nuestras actitudes, han dado un giro de ciento ochenta grados, como si fuera el triunfo de la inteligencia, pero resulta que terminamos construyendo una sociedad deshonesta y falsos paradigmas.

¿Debe llenarnos de asombro la actual tecnología? ¿No es acaso que deriva del desarrollo de la ciencia que con sus principios dieron inicio al proceso, ya por las finales del siglo XIX, y cuando Herman Hollerith, trabajando aún en la entonces Oficina de Estadística de los Estados Unidos crea el primer tabulador de la historia? Porque los cambios se dan con la velocidad del vértigo, que poco tiempo después de una innovación, terminamos diciendo “cosa vieja” a la anterior, y lo más asombroso es que los inventores de todas las novedades son esos seres superdotados con menos de veinticinco años, cuando una gran mayoría de nuestros jóvenes solo piensan pasarla bien el fin de semana tomando sus cervecitas.

Pero la tecnología no nos hecho felices, porque ha formado una sociedad desarraigada de los valores en donde la angustia permanente de nuestras vidas se expresa en el deseo de querer tener la información en lo que se llama “tiempo real”; como decimos: “¡ya; al toque!”, y donde todo debe marchar al ritmo del reloj, porque si te pasaste de la hora ya fuiste, con todas las consecuencias y los problemas que vienen. Y cuando digo que no nos ha hecho felices, recuerdo la reflexión de un trapichero de Shamboloa, Lamas, quien nos decía que, a él, la tecnología no le servía, pues se hizo la promesa de nunca viajar en avión, ni en motocicleta, y lo único moderno que utilizaba era su radio Nivico y su vieja linterna Eveready.

¿Cuándo llegará el fin de los inventos? Los franceses Louis Pauwles y Jacques Bergier, en su libro “El retorno de los brujos”, afirman que la vida en la Tierra se acabará cuando las máquinas lleguen a un nivel de simplicidad en donde ya nada habrá por inventar y todo terminará en una gran explosión, para volver a comenzar de nuevo. Pero, en verdad, toda época tiene –y creo que voy a ser el primero en decirlo- su propia verdad y su propia creencia de haber llegado a un nivel de perfeccionamiento. Los descubrimientos de la radio, la televisión, los viajes aéreos, etc., incluido esa linterna a pilas, parecieron ser los clímax de sus tiempos.

Fue un norteamericano, a quien citan en el prólogo en un viejo texto de Geología, que leí en la Universidad Agraria de La Molina, quien dijo que después de la invención del telégrafo y del teléfono, en el siglo XIX, ya nada había por inventar. Sin embargo, sigo considerando que el triunfo de la tecnología llega a su perfección y excelsitud cuando a las diez de la noche veo despegar un jet elevándose hacia los cielos en el aeropuerto de Tarapoto y se pierde de nuestra vista a la altura de Yacucatina llevándose a nuestros congresistas …

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