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domingo, abril 28, 2024

¿Qué esperas de mí?

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El inicio del año escolar moviliza una inmensa cantidad de energía que se distribuye además de en los gastos económicos y la organización, en la motivación de los miles de niños y adolescentes que se implican en un largo proceso de aprendizaje junto a sus padres y maestros.

Ver nuevamente las calles llenas de escolares me hizo reflexionar sobre todos los aspectos psicológicos que están implicados en la educación y que con frecuencia pasan desapercibidos por desconocimiento o por no dar credibilidad al conocimiento científico que deriva de la psicología. Por ejemplo en 1966 lo psicólogos Robert Rosenthal y Leonore Jacobson realizaron una investigación en la que buscaban demostrar la existencia del “Efecto Pigmalión” en los estudiantes. En palabras simples este efecto significa que el rendimiento de un niño o adolecentes estará en función de lo que se espere de este. ¿Cómo lo hicieron? Los investigadores aplicaron pruebas de lectura a una población de niños, afirmando a los docentes que al final de la prueba se podría saber que niños tendrían un mejor desempeño escolar al final del año y que niños no. Sin embargo esto era una afirmación falsa como parte de la investigación. Así Recental y Jacobson escogieron niños al azar y dijeron a sus docentes que estos tendrían un mejor rendimiento. Lo sorprendente fue que al final del año escolar, efectivamente los niños escogidos al azar tuvieron un mejor rendimiento. Esto implica que si los maestros esperan que sus alumnos tengan rendimientos positivos es muy probable que así sea.

El término Pigmalión es extraído de un mito griego en el que el rey Pigmalión en busca de la mujer perfecta esculpe una bella estatua y le impacta su obra al punto del enamoramiento anhelándola tanto que finalmente esta cobra vida. La existencia de este efecto en la educación fue demostrada con el experimento comentado, por lo tanto es importante tener en cuenta esto a la hora de motivar a nuestros hijos, hermanos o estudiantes. También es aplicable a cualquier espacio donde se anhele obtener buenos resultados cómo el trabajo, el deporte, las relaciones de pareja, el aprendizaje de un nuevo idioma o el dominio de un instrumento musical.

En ese mismo sentido es importante aplicar estas expectativas positivas con aquellos que son responsables de la educación. El Perú ha iniciado serios procesos para superar sus dificultades en calidad educativa apostándole a la capacitación docente, infraestructura, entre otros. Sin embargo aún no se ha trabajado seriamente en la percepción de la sociedad sobre el maestro. Una investigación con 22 docentes de un colegio típico de la ciudad de Tarapoto realizada en el 2012 concluye que un 80.25% de los docentes presentan un nivel medio de desarrollo de Síndrome de estrés laboral y un 23 % presenta sentimientos de minusvalía en el desempeño laboral, con respuestas negativas hacia uno mismo y hacia el trabajo. (Solórzano 2013) Esta misma investigación señala que no existe una relación directa entre este síndrome de estrés y el ejercicio docente en el aula y en cambio sí hay relación con la manera en que las instituciones educativas están organizadas y como la sociedad valora negativamente el gran esfuerzo que implica educar.

Es frecuente escuchar a las personas mencionar que toda la responsabilidad de los bajos niveles de rendimiento educativo recae sobre los maestros y que estos son “incapaces”. No se asume que los logros son parte de esfuerzos cooperativos que empiezan por creer que cada individuo- alumno, profesor, padre de familia-tiene potencialidades amplias de desarrollo. Existe la creencia generalizada de que la educación peruana es mala y será así por siempre y que “ojalá todos pudieran acceder a la oferta privada”. Esta misma creencia se aplica a los alumnos con dificultades de aprendizaje, asumiendo mucha veces que así serán por siempre y “ojala fueran diferentes”. El sistema educativo peruano se convierte, en el imaginario de la población, en el “niño malo” de la clase por el que nadie apuesta. Y cómo señale anteriormente los resultados están en función de las expectativas.

Junto a esto es importante destacar que existen discursos políticos y diferentes iniciativas nacionales que buscan transformar esta percepción, sin embargo es importante considerar que este cambio, para ser real, debe iniciarse en cada individuo y hogar, donde están los reales protagonistas de la comunidad educativa. Un cambio que puede empezarse solamente esperando lo mejor del otro.

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