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sábado, abril 27, 2024

Sacerdote condenado a 35 años por violación, nació en Pajarillo

WALDIR PÉREZ SALINAS. Cura condenado por violación es natural de Pajarillo
WALDIR PÉREZ SALINAS. Cura condenado por violación es natural de Pajarillo

En Pajarillo, la madre y hermana del sacerdote manifiestan que hay mala intención de la familia del menor, y aprovechan la coyuntura del caso Sodalicio

Carlo Augusto Pérez

Un tribunal superior peruano ratificó la condena a 35 años de cárcel que se le impuso al sacerdote natural de Pajarillo, por el delito de violación sexual en agravio de un menor de edad. La Sala Penal Permanente de la Corte Suprema de Justicia confirmó, en última instancia, la condena impuesta al sacerdote Waldir Pérez Salinas, quien pertenecía a la congregación de Padres Redentoristas, que lo suspendió cuando se denunció el caso, en 2012. Según la información oficial, se estableció que el condenado aprovechó su condición de sacerdote y capellán del colegio privado San Alfonso, en el distrito limeño de Ate, para abusar sexualmente del menor. El tribunal supremo, concluyó que la imputación contra el religioso ha sido corroborada con varias pruebas médicas y psicológicas, y por la versión del encausado, quien reconoció durante el proceso haber mantenido las relaciones sexuales. Ratificó, además, lo dispuesto en primera instancia por la Segunda Sala Penal para Reos en Cárcel de la Corte Superior de Lima para que el sentenciado pague a la víctima 8 000 soles (2 500 dólares) en concepto de reparación civil. La Sala Penal Permanente la preside el juez supremo titular Javier Villa Stein, y la integran los jueces supremos Duberlí Rodríguez, Josué Pariona, José Neyra y David Loli.

Mientas en Pajarillo, tanto la madre como una de las hermanas, mantienen aún la hipótesis de que habría mala intención en los familiares del menor que denunciaron el hecho y, lo que es más, los representantes del Poder Judicial que vieron el caso estarían aprovechando la coyuntura para arremeter contra el sacerdote por el caso del Sodalicio. La madre, cada vez que se recuerda de su hijo, llora desconsoladamente al saber que él terminará sus días en los fríos ambientes de una cárcel y no en las labores de bien por el que fue formado como sacerdote y lo peor no podrá verlo con facilidad debida, por los escasos recursos que tiene y que no podrían permitir un viaje a la ciudad de Lima.

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