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martes, mayo 7, 2024

Placer sobre la camilla

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Cuando sus manos tocaron mi cuerpo, sentí que iba a morir en ese instante. Las maniobras se extendían, los roces eran suaves como una caricia y mi respiración se aceleraba. Es la intimidad más extrema y cercana que he tenido. Es prolongado, sensual y apasionado. Placer, relajación, una pausa, un regalo, son sinónimos que invocan reacciones como: ¡Ayyyy, por ahí siiiiii!

Algunas personas están sin nada de ropa debajo de la toalla, otros llevan ropa interior y algunas más tímidas prefieren usar pantalones cortos. No hay una regla, solo es cuestión de dejarse llevar, hasta el tan anhelado “final feliz”.

Tumbarse sobre la camilla y dejar que el cuerpo se abandone a los sensuales placeres de unas manos recorriendo por el cuerpo, relajándolo y tonificándolo, es sin duda uno de los mejores vicios. Apretar el cuerpo con suavidad puede hacerte olvidar que la vida misma existe.

Minutos antes de entrar, recibí una llamada telefónica que me recordaba la lista de pendientes que no había realizado, el sol era sofocante y el tránsito estaba cada vez peor, lo único que tenía en mente era mantener mi estado de relajación consciente. Con el pensamiento acelerado me acerqué a la casa, toqué el timbre y traté de repasar el ritmo de mi respiración antes de entrar, pero sin mucho éxito, confieso. En el momento en el que abrió la puerta y comenzó a platicar conmigo, sentí mucha paz. Mi cuerpo sospechaba lo que iba a suceder. Al poco tiempo de estar en la camilla, la suma de todos los estímulos terminó por introducirme en un estado de relajación profunda. He logrado prolongar ese relajo a pesar del trajín de las multitudes y del estresante calor que termina por ponernos en un estado caótico.

En una sociedad enferma, mecanizada, inhumana y estresante, no queda más que prevenir cualquier ataque de pánico y muerte prematura. Nuestro cuerpo es un templo y lo justo es darle una buena dosis de amor, relajo, pasión y placer. Una apretadita más, no hace daño.

Los masajes son utilizados desde la antigüedad para proporcionar alivio y relajo.

El masaje es una de las terapias más eficientes que se puede tomar. La estimulación con las manos hace que todo el cuerpo fluya, la sangre y hasta el amor, eliminando desechos y personas tóxicas. Sanar penas, angustias, rabias, traumas de infancia o sensaciones de abandono por carencias de toque o apego, son nudos emocionales grabados en nuestro cuerpo que también son eliminados por los masajes.

Tus emociones cambian. La energía que se entrega en el masaje es aplicada para que todos los sistemas del cuerpo se liberen de lo que estorba, duele o está obsoleto.

Aprendamos a disfrutar de la vida, a sentirnos deleitados por muchas cosas y resurgir con facilidad de las crisis personales sin demasiadas cicatrices emocionales.

Llena tu vida de endorfinas, aquellas moléculas de felicidad, que hacen que tu rostro dibuje una sonrisa cuando recuerdas algo placentero que te hace realmente feliz.

Los masajes, las caricias, una ducha caliente y la lectura de un buen libro, ayudan a sentirnos mejor, así como los abrazos, las palabras amables, los besos, un café y hacer el amor. Las endorfinas son esas sensaciones placenteras que con tocar o palpar, te hacen estallar.

El toque de piel con piel es la puerta de entrada para el amor. Tocar representa la llave para el éxtasis, por eso, hagamos más cosas que nos den felicidad.

Más amores apasionados, más besos acalorados, más gritos de deseo y sobretodo más placer sobre las camillas…

Y tú… ¿me das un masaje?

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