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lunes, abril 29, 2024

No todos los diablos tienen cuernos

conaromaycafe

Una vez no es pecado, la segunda puede ser circunstancial, la tercera resulta adictiva y la cuarta se vuelve mortal. Experiencia irresistible. Aventura peligrosa. Para muchos el mejor afrodisíaco, para otros el letal veneno.

“No juegues con fuego que el diablo aparecerá”, decía mi abuelita, cuando estaba por cometer alguna travesura. Ahora comprendo que esa advertencia debí tomar en cuenta, quizás así no me hubiese quemado en ciertos infiernos y no conociera a todos esos diablos de cola puntiaguda y trinche.

Arte del engaño sin dejar rastros. Excusas originales. Creatividad excitante. Ser pícaro, hacer algo prohibido y salir bien librado, sin ser descubierto.

Algunos lo han vuelto su deporte favorito y logran pasar años en un doble juego. Para otros, resulta más dolores de cabeza y desvelos que satisfacciones y con solo una “canita al aire”, terminan con un ojo morado, un divorcio y sin un sol en el bolsillo.

Las prisas nunca son buenas. Ni el lunes ni el viernes, el jueves, quizá porque el fin de semana son momentos en que nuestra pareja nos echaría de menos. Todo cuadra. Él era el esposo perfecto, siempre se exhibía con su familia, regresaba del trabajo a las 5 de la tarde y a partir de las 6, su familia era lo primordial, salidas a comer, a la plaza o a cualquier lugar, todo era en familia y con su adoraba esposa. Resulta que ella era la “adoraba” y “adornada” esposa. Nadie contaba con la astucia del casi perfecto infiel, sus cartas bajo las mangas, las tenía muy bien guardadas. La máscara del esposo perfecto se caía cuando las paredes de los hoteles se volvían testigos de las mejores faenas sexuales, una, dos, tres y más… amantes recolectaba en su álbum de estampillas. Las mañanas resultaban ser perfectas, ¿Cómo sospecharía su esposa?, no había forma, porque salía a trabajar 8 de la mañana y lo hacía de corrido, en una ciudad como Tarapoto, las noticias están a la orden del día. El periodista, ahora ya “zorro viejo”, la sabía hacer, de 8 de la mañana a 5 de la tarde la pasión invadía su cuerpo. A las seis de la tarde, “luces, cámara y acción”, volvía a ser el marido perfecto.

Una infidelidad es propiciada por los tres elementos de la Regla de las C: Curiosidad, Calentura y Confidencialidad. El infiel engaña porque simplemente quiere y puede hacerlo, porque se dio la situación y porque cree que nadie lo sabrá. Si contáramos con la absoluta garantía de que nadie se enterará jamás de una posible infidelidad, casi todos seríamos infieles, pero eso no sucede, pues siempre hay rastros para ampayar a quien es infiel.

Los que no guardan sus más íntimos secretos son desastrosos amantes. Sus éxitos son casi siempre ruido y disfrutan del amor pasajero unos cuantos segundos. Cuando son sorprendidos, terminan por pagar hasta las infidelidades que no han cometido. Por lo contrario, las mujeres aprecian la discreción de sus amantes como la mejor virtud. Los hombres, no tanto.

Un día quise ver la película “Amantes” y obtuve por parte del susodicho, una rotunda y molesta pregunta: “¿Por qué quieres ver “Amantes”? ¿Acaso has descubierto algo?”. En ese momento supe que mamá venada había llegado a mi vida.

Conozco el caso de un hombre que se mejoró la dentadura con el dinero que su esposa tenía reservado para unas vacaciones juntos. Con esa actitud, él no sólo demostró que no le interesaba ir con ella de viaje, sino que quería quedarse en la ciudad sonriendo muchísimo,
pero a otras mujeres.

Sólo puede tener una doble vida quien sabe mentir bien.

Casos hay muchos, mujeres que se enteran que sus maridos tenían otros hijos y otras esposas, en la noche del velatorio del infiel. Mientras que una perfecta desconocida llora su muerte, la esposa solo quiere verlo vivo otra vez, por supuesto, para matarlo.

Y aunque no todos los diablos tengan cuernos, es mejor pasear al perro con correa, que dejar que se escape por el agujero del jardín trasero…

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