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jueves, abril 25, 2024

El menosprecio a la dignidad

detintaypapel

Es una pena que la autoridad elegida pierda fácilmente su dignidad. Pero, paralelamente a ésta pérdida, está la falta de respeto absoluta al pueblo que la eligió. Al parecer, existe un factor fundamental que conduce a este comportamiento: La formación de la persona. Se supone que la función de la autoridad es el servicio a la comunidad.
En los últimos años, la corrupción bramaba fuerte por los cielos, quizá porque estaba plagada y se ejercía en todos los niveles de gobierno. Si bien, había un agente mayor, que se daba el lujo de campear por casi todos los países latinoamericanos, empero, existían cientos y miles de agentes medianos y miles de agentes pequeños que hacían las mismas funestas operaciones en los ámbitos regionales y locales. Si aparecía una autoridad honesta, tenía que ingresar al círculo de la corrupción para que su pedido pueda ser atendido. Eran tiempos de los genios que calificaban a los demás profesionales y empresas; por supuesto que la aprobación estaba supeditada a la cantidad de dinero que el postulante presentaba bajo la mesa. Tiempos en que el funcionario esperaba como demonio hambriento con la boca abierta, con el proyecto listo y la empresa que construiría la obra, además de la coima en efectivo.

En aquellos tiempos, ¿quién podría frenar esta andanada de corrupción? Nadie, porque la corrupción era en cáncer que consumía la profundidad de la economía del pueblo, que abarcaba no mucho al ciudadano de a pie, sino, a las autoridades.

La mentalidad de la autoridad mayormente estaba centrada en el dinero, no necesariamente para la construcción de obras, sino dinero para convertirse con frondoso egoísmo en el nuevo “rico” del país. Se supone la autoridad es la persona ejemplar de la comunidad, no ejemplo por el dinero que posee, sino por sus cualidades humanas. Cuando de repente la autoridad deja de lado su personalidad y se afana solo en dinero para sus arcas, entonces, ha engañado vilmente al pueblo con el nuevo comportamiento de una imagen personal diferente y ha traicionado a la comunidad malgastando el recurso económico comunal en acto de peculado para su propio provecho. Este nuevo comportamiento es una pena de grandes proporciones.

¿Qué ha pasado con el desarrollo de la comunidad? ¿Qué es del desarrollo humano que va paralelo al desarrollo urbano? ¿Qué es del cuidado de medio ambiente donde habita la comunidad? ¿Qué es del respeto a la persona? No, no hay nada de éstas cosas ahora, al parecer eran solo versos floridos de campaña electoral; después, la corrupción denigró al hombre dejándole sin dignidad. ¿Por qué al menosprecio de la dignidad? Hay que recordar que el dinero es un bien material, solo material, creado por el ser humano. ¿Qué es del futuro de la persona? ¿Qué es del futuro de la familia, la esposa, los hijos? No se puede vender la dignidad del hombre por un par de billetes mal habidos, porque el demonio feliz viene y se lo lleva en un por dos.

Las mujeres de algunos presidentes nacionales, elevan voces de pleitesía a sus maridos, por sus obediencias en caer en actos de corrupción de grandes magnitudes que conllevaron acumular mucho dinero que pertenecía al pueblo.
La autoridad, en vez de cumplir su función a cabalidad, ocupar su tiempo en la tarea encomendada, más tiempo dedica a procurar el protocolo de recepción de fuertes sumas de dinero del pueblo, en evidencia clara de menosprecio a su propia dignidad y de autoestima. ¿Por qué no ocupa una tercera parte de su tiempo a la educación de todos los habitantes de su jurisdicción? ¿Por qué no ocupa otra tercera parte a cultivar la espiritualidad de los integrantes de su pueblo? Es otros términos, desterrar por completo el analfabetismo, propender a la educación superior de toda la juventud, fomentar la lectura y la buena escritura. Amar a Dios sobre todas las cosas, amar al prójimo, ser solidarios, saludar a las personas, respetar al ser humano y al medio ambiente, practicar la puntualidad, desterrar la ingesta de todo tipo de licor y de otras drogas, así forjaremos personas sanas que aprecian su dignidad.

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