22.7 C
Tarapoto
jueves, mayo 9, 2024

Semana Santa no es turismo (II)

sinutopias

I

Tres figuras se presentan
en el escenario: Judas, el traicionero;
Pilatos, el lava manos,
y la mujer, soñadora de éste.
El primero se arrepintió, porque pensaba que delatando quién era Jesús,
cómo era y qué hacía, estaba asegurándose ganar el prestigio y
reputación de las autoridades romanas.
Grande fue su decepción,
que le llevó Incluso al suicidio,
ahorcándose sobre la rama de un árbol,
cuando escuchó las voces desinteresadas
de los jefes sacerdotales y de los ancianos religiosos. le dijeron: “A nosotros
qué nos importa, allá tú”.

II

Cómo ellos, ya le tenían a Jesús en sus manos: juzgándole, enjuiciándole, y
golpeándole; y Judas, como legítimo traicionero, veía lo que sus ojos veían:
la terrible masacre que le hacían a su
maestro. En consecuencia
soportó no solo el tipo de escenario
que estaba observando, sino,
especialmente no soportó él mismo,
pues sabiendo que era inocente de las
acusaciones contra su gran
maestro, y sobre esta calumnia ofensiva
que caía sobre Jesús,
iba cayéndole también mil golpes y burlas
sobre su persona.

III

Judas, el traidor, pensaba tan egoístamente,
que vendiendo a su maestro, iba
a sacar gran ventaja.

IV

Primera ventaja…
ser el más astuto que sus
demás 11 compañeros que hacían
hasta entonces el papel de “fieles”
seguidores de Cristo, que más tarde
se convirtieron en discípulos.

V

Segunda ventaja…
ansiar dinero mal habido y en cantidades
más que suficientes: 30 monedas de plata
equivalía a una considerable cantidad,
pues con estas misma 30 monedas
las autoridades religiosas compraron
un terreno que le convirtieron
en cementerio para enterrar
a los extranjeros.
Inicialmente pensaron que esas 30
monedas pasen a engrosar las arcas
de las iglesias religiosas, inmediatamente desistieron semejante pretensión
porque dijeron que era precio de sangre.

VI

Tercera ventaja…
ser bien visto y alabado por las autoridades
religiosas, y ganar simpatía de ellos para un acomodado puesto en la sociedad
judaica de aquel entonces.

VII

La segunda figura: Pilatos, que era
el gobernador político y jurídico de aquella sociedad eclesiástica, pues de él dependía
para que un detenido sea juzgado,
sentenciado o puesto en libertad
como así ocurrió cuando preguntó a la masa enardecida: “¿A quién queréis que
os suelte: a Barrabas o a Jesús, el justo”?. Todo el alboroto a una sola voz reaccionó: ¡A Barrabas! ¡A Barrabas! ¡A Barrabas!

VIII

Pilatos para asegurarse de lo que el pueblo enardecido estaba pidiendo, y evitar todo arrebato de demencia e histeria colectiva,
vuelve a preguntar: “¿A cuál de los
dos queréis que os suelte?
Todos estaban más que seguros para
decir una vez más: ¡A Barrabas! ¡A Barrabas! ¡A Barrabas! A lo que Pilatos vuelve a repreguntar “¿Qué pues haré de Jesús, llamado el Cristo?” A lo que la histérica y alocada masa reacciona:
¡Crucifícale! ¡Crucifícale!

IX

Pilatos estaba ya en un Callejón sin salida. Pues antes de este descontrol colectivo del
pueblo, preguntó al mismo Jesús:
“¿Eres tú el Rey de los judíos?
Escuchó una respuesta firme y
concreta del maestro: “tú lo dices”.

X

Tú lo dices. Estas fueron las únicas tres
palabras a lo largo del proceso de
acusación y enjuiciamiento de Jesús.
Al pueblo no le respondió una sola palabra de todas las acusaciones que le hacían
en su contra; al mismo Pilatos tampoco le contesta cuando éste le vuelve hacer
una segunda interrogante:
“¿No oyes cuántas cosas testifican contra ti? No le respondió absolutamente nada.

XI

Pilatos, viendo la firmeza de Jesús,
la seguridad y convicción de lo
que decía, y sobre todo viendo
y sintiendo su inocencia y las grandes calumnias que el pueblo le hacía, no le quedó otra cosa que lavarse las manos
y reaccionar: “Inocente soy yo de la sangre de este justo. Allá vosotros”.

XII

El pueblo, o los pueblos del mundo
muchas veces cuando son llevados
por la histeria colectiva, no saben lo que piden y lo que buscan; pero en este caso el pueblo judío y romano, sabían
lo que estaban pidiendo, es decir, sabían que lo que estaban pidiendo contra Jesús, era injusto, sabían que era Inocente,
por ello reaccionaban que esa sangre injusta que iba a ser derramada
de Jesús, sea sobre sus cabezas y sobre la cabeza de sus hijos.

XIII

Tan egoísta y criminal es el ser humano: rechaza las cosas divinas, pero
al mismo tiempo anhela las
bendiciones del mismo.

XIV

La tercera figura: la mujer de Pilatos,
influye en la decisión de su marido, para que no tenga nada que ver con ese justo,
pues le indicaba que en la noche,
en sueños, por causa de él padeció mucho.
No sé a qué tipo de padecimiento
se refería esta mujer; lo que sí sé,
ella también reconocía lo justo
que era Jesús.

XV

Es harto conocido que las mujeres
de personajes con rango de autoridad, influyen para bien o para mal en las
decisiones del marido, como sucedió
con Pilatos que optó por una decisión negativa por la influencia también
negativa de la mujer; y sobre todo,
Pilatos, no quiso quedar mal con el pueblo, porque de sus impuestos mensuales que tributaba el pueblo… vivía.

Artículos relacionados

Mantente Conectado

34,548FansMe gusta
281SeguidoresSeguir
1,851SeguidoresSeguir

Últimos artículos