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jueves, mayo 15, 2025
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Dejemos en paz a doña Corrupción

a través del cristal
Willian Gallegos Arévalo
columnista

Doña Corrupción, quien goza de buena salud, siempre será provocadora y deseable. Choclonita ella, sus pantorrillas siguen llenas, sus pechos túrgidos provocan lascivia y desesperan y con su minifalda de Mary Quant, que nunca ha dejado de llevarla como prenda eterna, aviva los deseos, embota los sentidos, provoca calenturas y tienta a tantos sujetos afiebrados.

La siempre bella Corrupción, a sus años, desata pasiones desbordantes y desmedidas en los políticos, como Gagó, quien había vivido un amor ya no platónico, como don Cyrano de Bergerac por la bella Rossana, sino como ese alguien que tocaba el violín y a cada acorde le sacaba una utilidad tremenda. Por eso, los políticos, maestros en el arte de las intrigas y componendas, son los que menos deben hablar que no es conveniente acostarse con la doña.

Los malos políticos han vivido y seguirán viviendo un romance intenso con doña Corrupción, que ha tenido que desarrollar el don de la ubicuidad y la omnipresencia para tener que acostarse casi de modo perpetuo con esos saltimbanquis, muchísimos de ellos congresistas, según propia confesión y auto exculpación del mismísimo Gagó.

Pero doña Corrupción acompaña su perversidad en comadreo con su par: doña Deshonestidad. Esta sociedad es terrible por los dinamitazos que le mandan diariamente a la sociedad peruana, en donde el reino de la impunidad pareciera que debe ser el círculo de ex presidentes, ex congresistas y tanta laya de corruptos y maquiavélicos. En este juego de los cuchicheos de esas dos choclonitas, entra el periodismo con sus primeras planas, recogiendo las opiniones de quienes deberían encerrarse en sus cuarteles de invierno por el desastre de sus gestiones. En este entorno, los amantes de esas doñas son avalados por sus comparsas, que han dedicado sus pocas sapiencias y bastantes tinterilladas a justificarlos, porque son inteligentes para saber que sin esos bribones no son nada y sus vidas no tendrían significado.

Como la justicia es muy procedimental -¿viene eso del derecho romano?–, quienes se han acostado con las doñas siguen frescos, vivitos y coleando: algunos quieren ser presidentes de la República, alcalde de Lima, congresistas, alcaldes en general, presidentes de gobiernos regionales, porque se sacarán de la manga eso que se ha institucionalizado: “no se realizó el ´debido proceso´”, “están afectando mis derechos” con lo que podrán seguir haciendo de las suyas… Esta sociedad, que ha creado más derechos y ha inventado tantos procedimientos como para hacer perder el tiempo a la burocracia, por ejemplo.

Como tanta “lucha” contra la corrupción ya nos suena a cuento chino, el discurso debe cambiarse, porque no hay varita mágica para esa debilidad humana ancestral, pues quien nos habla de eso mismo debe ser un tipo de cuidado. Por eso debe promoverse sacar citas permanentes con esa señorita linda y discreta que se llama Honestidad. Pero hay que tener cuidado, pues, según la sicóloga Gonzales, un congresista actual conocido como “Perro de Chacra” es un político honesto, lo que quiere decir que hay que desconfiar de algunas especialistas. Si este tipejo es honesto, a Tatán habría que habérselo premiado con un cargo ministerial.

Para las elecciones de este año ya no queremos candidatos que despotriquen de doña la corrupción. Queremos que tengan capacidad para entender lo mínimo del concepto del desarrollo local, de la calidad de vida y de la ciudadanía. …Ya no elijamos a disparates, ni a esos que recién parecieran darse cuenta que la opinión de la gente importa.

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