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lunes, abril 21, 2025
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PASHANASI Y SU MAFIA DELICTIVA

Don Alberto sale en busca de trabajo. Sabe que tiene que lidiar con una sociedad donde para conseguir trabajo tiene que demostrar su nivel de competencia; su desempeño; su nivel de paciencia.  

A pesar de ser un hombre cesado de su actividad profesional con una pensión miserable, sale en busca de más fuentes de ingreso económico.  

No es fácil vivir la vida y sobre esa vida vivir tu propia realidad, muchas veces incomprendida por los que manejan el poder económico a través de los gobiernos locales, regionales y nacionales.  

Don Alberto, según sus propias confesiones, siempre fue leal a sus principios y consecuente en sus convicciones. Le ofrecieron de todo para salir de la pobreza, desde el negocio mal habido del dinero fácil hasta lo más vil de algunas organizaciones.  

Cuántas veces le ofrecieron cargar la droga para transportar a otro lugar. La persona que le quería entregar este mal insumo le indicaba cómo debe esconderlo en su equipaje y que debe mantener siempre la tranquilidad en los controles de carretera por parte de la policía.  

Estás loco tú -le decía, don Alberto, mil veces prefiero mi libertad que estar encerrado en una cárcel; mil veces prefiero mi pobreza económica en mi bolsillo con mi riqueza de libertad en mi conciencia.  

-Ah… mira tú -le responde Pashanasi-, no sabía que eres bien precavido y por tu precaución te abono 5 mil soles más para que le “mojes” la mano a cualquier policía y vas a ver una vez pasado esta primera experiencia, este trabajito por sí solo empezará a caer en tus propias manos.  

Ah, -con más ímpetu le declara-, recuerda lo que dijo un ex presidente: “que la plata por si sola llega”.  

-Oye -le dice don Alberto-, yo no soy ningún muchacho para que me des semejante “consejo” y caer fácilmente en tus redes de mafia y dinero mal habido. Además -arremete mucho más don Alberto-, yo soy oficial retirado de la policía y como tal, está ya registrado en mi celular todo lo que me has ofrecido.  

– ¡Cómo! Disculpe mi oficial, pe, pe perdóneme no sabía que estaba hablando con alguien como usted que combate la delincuencia, la mafia y el dinero mal habido.  

-No te engañes -le responde don Alberto-, en la policía también hay gente como tú que le mancha a la institución y con ovejas negras como tú -le repite una vez más el cuestionamiento y el tuteo de por medio-, nos hacen quedar mal a toda la institución: oficiales y policías dignos que luchan contra la delincuencia.  

Pashanasi en la escena de la conversación aparentemente estaba solo, a una distancia de cierto escondite tenía varios cómplices que iban observando y escuchando todo el desarrollo del diálogo.  

Salen corriendo tres robustas personas directo contra la espalda de don Alberto, a quién le agarran desprevenido profiriendo ciertos exabruptos:  

-Policía retirado de mier…no creas que nos vas a convertir con tus cantos de moraleja, ni mucho menos nos vas a asustar con que ya lo grabaste a nuestro jefe Pashanasi que tiene varios años metido en este “negocio” y que nosotros vivimos de él, de sus estrategias en traslado de esta “mercadería”.  

-Tampoco a mí me asustan ustedes -reacciona don Alberto-, yo me enfrenté a lo largo de mi carrera a la misma muerte de la desgracia y la maldita mafia del narcotráfico y como tal aún cuando me maten ya están siendo ustedes observados por un radar que tiene el control y seguimiento de todo este “negocio” y el dinero ilícito que manejan.  

Mientras hablaba don Alberto, se escucha que se acerca la sirena de la patrulla policial, a lo que los maleantes juntamente con Pashanasi de manera inmediata empiezan a correr despavoridos por la profundidad del bosque.  

Timbra el celular de don Alberto:  

-Halo halo, con quien hablo  

-Con Pashanasi, carajo, no me da miedo tu patrulla. Convenzate oficialito retirado, la sociedad está declarada en guerra: las autoridades contra la corrupción, la delincuencia y las mafias de organización criminal.  

-Tarde que temprano les tendremos que derrotar -le contesta muy indignado don Alberto-, todo va a depender de nuestras autoridades del más alto nivel que no negocien la tranquilidad del país como ustedes viven negociando ilícitamente poniéndole en jaque a la sociedad.  

– ¡Basta! ¡basta! ¡basta! Oficialito, no te permito que denigres nuestro trabajo, aunque malo, pero de esto vivimos.  

-Por esta loca filosofía que argumentas que aun sabiendo de que es malo y delictivo, ustedes se dejan arrastrar por esta corriente social equivocada que busca el dinero de una manera fácil.  

Don Alberto al regresar a su casa, piensa: la única manera de derrotar a la delincuencia y al crimen organizado es, haciendo una purga al más alto nivel institucional policial, judicial y castrense. 

Además, nada le hizo presagiar que podría haber tenido este encuentro o tal vez desencuentro con Pashanasi que maneja con mucha astucia toda una organización criminal y que debe, para la salud y la paz de la sociedad, ser abatido o capturado este mal ciudadano.  

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