El último recuerdo de una persona con trastorno degenerativo de alzhéimer es una canción. El documental Alive Inside disponible gratuitamente en las redes muestra cómo la conexión con la música es profunda y en muchos sentidos trascendental, tan profunda que ni aun el deterioro cerebral intenso y sostenido puede borrarlo.
La indumentaria de sonidos que sostiene la poesía de una canción, permite que cada palabra se acompañe de un potente perforador de pensamientos, y un kit de herramientas para prenderse al mundo de lo emocional, espacio donde se evocan recuerdos tan lejanos cómo los que tuvimos en el útero. Esto permite despertar al cuerpo físico, disparando hormonas, tonificando o relajando músculos, deteniendo o acelerando el pulso. Es decir un show completo de artificios en tres minutos y medio que en promedio dura una composición contemporánea. Esto gracias además a que quien compone, al hacerlo, además de apelar a recursos técnicos propios del mundo racional, transmite una experiencia emocional una experiencia de vida, nos cuenta y transmite en lenguaje figurado o directo, algo íntimo.
Comprender la dimensión de este poder y usarlo para el desarrollo humano, ha sido ya una exploración de siglos por el ser humano, así las disciplinas espirituales y médicas ancestrales apelan al uso de sonidos diversos para alcanzar sus objetivos. Los mantras, los Ikaros, el canto de las abadías, los tambores afro, el góspel (por su puesto moderno), todos son producto de la búsqueda de experiencias sublimes, curativas y trascendentales, a través de la música.
Dicho esto, que podemos deducir de una cultura que escucha y trasmite “no hay quien me tire un balazo”, “quiero bailar bien pu…”, “Te estaba buscando por las calles gritando como un loco tomando”, ”te estoy botando como un perro”. Es información cavará su personalidad y se prenderá de otras informaciones alimentando todo un complejo de actitudes que luego indicaran su conducta, su ser. ¿De verdad desea que sea así?
Cómo muchas cosas en la actualidad el mundo de la música es más un negocio que una profesión, los dotados con talento para reunir sonidos, cómo la mayoría de profesionales ya no realizan búsquedas profundas, ni consideran que tienen una responsabilidad con su entorno social más allá de ganar dinero y gastarlo. Esta condición se alimenta por quienes escuchamos sin una postura crítica, pasivamente. Sumado a esto el inconveniente que nuestro Estado invierte poquísimo en educación artística por lo que no contamos con los recursos para apreciar más activamente una propuesta musical. Puede creer que no es de importancia, que el desarrollo está detrás de ecuaciones trigonométricas o pavimento y sin embargo los países con altos avances en campos de ciencias duras también muestran respeto por el desarrollo artístico. Porque es muy probable que aquello que lo acompañe en su vejez no sea un cálculo, y si en cambio una melodía.
Dicho esto le propongo que tome más tiempo para reflexionar sobre aquello que escucha, o lo que sus hijos escuchan o las canciones que dedica a su pareja, etc. Un dato para evaluar las implicancias de su música favorita, es pensar si las propuestas vertidas en las canciones son aplicables a la realidad, por ejemplo al sufrir un desamor, ¿realmente es válido que la única solución sea la muerte?
Después de esto entonces puede comenzar una búsqueda de aquello que si lo nutra, aquello que en su proceso de vida intervenga y dé luces, algo que lo acerque a nuevas sensaciones. Por su puesto esto es como ir al gimnasio, tener una dieta sana, o aprender un nuevo idioma, toma energía y esfuerzo, pero estaremos de acuerdo de que es por un bien mayor.
Ken Wilber, señala que tras el existencialismo y el predominio de la cultura racional lo seres humanos comenzamos a experimentar una especie de vacío por la ausencia de experiencias que nos conecten, con los trascendente, lo intenso y misterioso de la vida. Con la llegada del pensamiento pragmático, y la cultura de consumo se creyó que el fin del arte es sólo entretener o distraer, y por lo tanto su valor no es vital. Sin embargo esta sería la principal conexión con aquello que inspira y embellece nuestra percepción de la realidad.