JUANJUI.-La necesidad de sobrevivencia y la búsqueda de sustento alimentario han conllevado que un niño en edad escolar falleciera trágicamente asfixiado enlutando a una humilde familia del barrio La Victoria en Juanjuí.
El menor de 12 años de edad, perteneciente a una familia de migrantes de apellido Montenegro, cuyas iniciales la mantenemos en reserva, junto con su hermano mayor de 14 años se encontraba pescando en la quebrada de Chaquishca, cerca de la bocatoma donde se capta el agua potable que abastece a la población del populoso barrio.
El niño se encargaba de recibir los pececitos (bufurquis) que su hermano atrapaba, cuando al llenarse las manos se le ocurrió ponerse uno a la boca y accidentalmente el flemoso peje se incrustó en su garganta que acabó matándole por asfixia y ocasionarle con sus afiladas aletas serias lesiones en su sistema respiratorio y digestivo.
Su hermano que nada pudo hacer para salvarle la vida, dejándole tendido en el cascajal se fue a dar aviso del triste hecho a sus vecinos, que ayudaron a trasladarle de inmediato al hospital MINSA de Juanjuí, adonde llegó cadáver y el galeno de turno sólo certificó su triste deceso.
Los humildes niños estaban solos en casa pues sus padres se hallaban trabajando en otro lugar para ganarse el sustento diario, en tanto los menores se aprestaron ir de pesca para alimentarse y luego ir a la escuela.
La evidencia de la pobreza de muchos hogares
Esta situación pone en evidencia la dramática lucha por vivir cada día, los grados de miseria que afrontan muchas familias en los barrios marginales de Juanjuí, en donde una gran cantidad de gente no tiene con qué solventar el pan de cada día.
A la carencia de condiciones en la vivienda con una galopante tugurizarización, se suma la falta de trabajo, las enfermedades y los dramas familiares por el abandono y el disloque de los hogares.
Madres con hijos abandonadas, madres adolescentes, jóvenes que no encuentran una “chamba” decorosa, familias afectadas por la drogadicción, confrontan a diario el terrible drama de no tener, cada vez que amanece, siquiera un sol para el bendito pan.
Los que más sufren en este cuadro de pobreza son los niños que empiezan a crecer mal alimentados, con raquitismo crónico y pocas defensas que, a la larga, conspiran contra su desarrollo intelectual y sus posibilidades de salir adelante en la vida.
Es cierto que en varias zonas rurales, gracias al cacao y a la producción de otros artículos de pan llevar y una mejorada ganadería, los niveles de pobreza han disminuido, sin embargo, en las zonas urbanas marginales, la pobreza se muestra en toda su crueldad.
Bastaría con sumergirse en la realidad cotidiana de mucha gente de sectores como 28 de Julio, Santa Rosa, San Felipe, Puerto Amberes, Juanjuicillo para verificar esta cruda realidad. (Carlo A. Pérez Pérez)