Acrisola, cristaliza, trasmuta

En diferentes campos se presenta la misma actitud místico-combativa. En el terreno de la acción revolucionara, en el campo ideológico y político, etc y en el ejercicio literario. Muchas veces se ha visto que los escritores han usado su pluma como arma de combate, de lucha. Con aguda intuición han descubierto el poder evocador que encierran los mitos, la carga emotiva que generan, y los han revivido en sus escritos para operar en la conciencia de los grupos. En diferentes campos se presenta la misma actitud místico-combativa. En el terreno de la acción revolucionara, en el campo ideológico y político, etc y en el ejercicio literario. Muchas veces se ha visto que los escritores han usado su pluma como arma de combate, de lucha. Con aguda intuición han descubierto el poder evocador que encierran los mitos, la carga emotiva que generan, y los han revivido en sus escritos para operar en la conciencia de los grupos. Las invectivas de Juan Montalvo hacia el gobierno del Tirano García Moreno llegaron a ser tan inflamadas que motivaron en un grupo muy adepto de sus lectores que dieran muerte al dictador. Desde su exilio el escritor exclamó:

“No, no fueron ellos. Mi pluma lo mató”.Esto para poner un caso extremo pero real, y sobre todo para ilustrar lo que dice Sorel  acerca de ciertas fuerzas míticas que “Se manifiestan como un conjunto de imágenes capaces de evocar en bloque y por la sola intuición, previamente a todo análisis reflejo, una masa de sentimientos”.Y aquí nos encontramos ante una de las más importantes funciones de la obra literaria vinculada al mito. La época actual sobre todo, con sus gigantescos y rápidos medios de difusión, es un campo propicio para difundir la palabra escrita en obras literarias que actúan como galvanizadoras de las corrientes míticas de las grandes masas hacia objetivos de acción común constructivas. El auténtico escritor es un testigo de su época; un exponente y orientador de la misma.

En este sentido tienen gran fuerza las palabras de Unamuno al sindicar al genio como “un pueblo individualizado”.“Los hombres se encuentran ligados entre sí por lazos emotivos invisibles y el escritor –y todo verdadero artista-  es aquél que dotado de una sensibilidad excepcional, se comporta como una antena,  un canal por donde enrumban su cauce las tendencias del hombre colectivo.  Y  esta alta forma de simpatía, de solidaridad, hace que diga y cante lo que en los demás estaba en silencio”.“Lo que es esencial en una obra de arte es que el artista se eleva muy por encima del nivel de la vida personal y habla desde el espíritu y el corazón del poeta como hombre al espíritu y corazón de la humanidad. “El aspecto personal es una limitación –incluso un pecado-  en el reino del arte.

El artista no es una persona dotada de libertad de conciencia que busca sus propios fines, sino una que permite al arte realizar sus propósitos a través de él.  Como artista es un “hombre” en un sentido más alto –es un  hombre-colectivo-  que conforma y dirige la vida inconsciente psíquica de la humanidad”. Allí radican los sueños, las utopías, las realidades y las vagas aspiraciones  conscientes e inconscientes  -del hombre- como  individuo y como ser social.

La conciencia mítica en el fondo une y divide a los hombres por debajo y por encima de la razón, de los esquemas racionales, demasiado claros y superficiales, para satisfacer las ansias que surgen de niveles hondos. En esto quizás consiste la “universalidad”  de las grandes obras de la literatura y del arte. Son productos individuales y al mismo tiempo, algo más. Al surgir de las profundidades de lo humano personal tocan esencia de lo humano colectivo, universal y permanente; allá donde vive lo mítico en las capas más profundas de la personalidad y de la cultura. De aquí que dichas obras, más que invenciones originales de la imaginación, surgen como ramificaciones de la corriente mítica dejándose arrastrar por ella. Los grandes escritores captan las corrientes subconscientes, subterráneas, les dan forma y las transmiten. De esta manera pueden llegar a la conciencia o subconsciencia de cada uno de los que se ponen en contacto con su creación. De todo esto deducimos que la literatura y lo mítico están vinculados allá en las profundidades del alma humana. El poeta se sumerge en esas corrientes vitales y las utiliza como material de sus creaciones, su cuarto de estudio es cómo un laboratorio de alquimia en donde acrisola en formas artísticas los impulsos oscuros del hombre. La labor del escritor es la de cristalizar en símbolos literarios, las corrientes espirituales del discurrir humano. Se sumerge en las profundidades y saca el carbón para transformarlo en diamante.

Las joyas literarias significan cierta elevación de la vida, y la expresión de la alta dignidad espiritual del hombre. Es así como la literatura se identifica con la mística.  ¡Sartre sentencia!Jean  Paul Sartre, un escritor honesto, creador de una literatura de compromiso y que tuvo el coraje incluso hasta de rechazar la adjudicación del premio Nobel, dijo: “Se escribe para Dios o para los vecinos: yo decidí escribir para Dios con el fin de salvar a los vecinos”.

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