HISTORIA DE UN MATRIMONIO (Condensado)
El eximio e indiscutible maestro del cuento corto parece decirnos en esta historia que el amor no es precisamente como un cuento de hadas. Romántico a su manera, sus temas realistas no están exentos de un sincero y auténtico romanticismo del todo alejado de los afeites cosméticos de las tele-lloronas y novelitas-rosa ¿Existe eso del príncipe azul? El amor es un viaje, un aprendizaje: los amantes deben aprender y no caer en cambio, en la rutina cotidiana y el desencanto.
Sorprende la gran capacidad de observación con que Chejov penetra en la sicología de sus personajes que poco a poco va agrandando situaciones: desde ese microcosmo se extiende a los grandes temas que en la vida orientan no pocos destinos humanos. De hechos triviales están hechas sus historias que se hacen complejas en el actuar de estos héroes – o antihéroes – de la rutina, la abulia, el conformismo y la alienación. Su capacidad de percepción de lo vulgar es asombrosa. Sus personajes no son malvados, sino atolondrados, infelices, sobre los que el autor nunca hace recaer el peso de la culpa. Los trata con piedad.
De origen humilde vivió en una época de explotación campesina en forma inhumana. Estudió medicina en Moscú y se ayudó económicamente publicando relatos y bocetos periodísticos. Su lucha como médico y escritor siempre fue al lado de los explotados, los desposeídos, los humildes. Por eso han devenido en llamarle: el alegre, irónico, compasivo y melancólico Antón Chijov.
HISTORIA DE UN MATRIMONIO (Condensado)
Nuestros padres nos dejaron solos, -¡Anda! –me incitó el mío-¡Adelante!
-Pero ¿cómo le voy a hacer la declaración si no la amo?
-¡Déjate de monsergas! No eres más que un bobo sin luces. – riñó mi padre.
-Bueno – me dije a mí mismo, que sea lo que Dios quiera.
Comencé a oír latir el corazón y castañear los dientes de Zoia Andréievna. La pobre muchacha tampoco me quería. Yo parezco un orangután y soy feísimo. Pero por ese entonces yo era por estilo de cualquier otro animal: mofletudo, peludo, granuloso. No pude dar inicio a mi mentirosa declaración. Salimos al jardín. Nuestros padres que habían estado escuchando con los oídos pegados a la puerta, se escondieron. Nos sentamos en un banco y volví a la carga:
-Mi felicidad depende de una persona a la que amo, y si ella no me correspondiera, mi perdición y mi muerte serían irremisibles… Esa persona es Ud. ¿Puedo aspirar a su amor? ¿Me quiere usted?
-Sí le quiero – dijo – y rompió en llanto.
-¡No, No! – protesté – ¿Cómo es posible que me crea, Zoia? Paloma mía, no me crea. Yo no la quiero y usted tampoco me quiere. Todo es pura ficción. Nos casan a la fuerza. Por interés, ¡malditos diablos!
¡Ahora mismo voy y les digo que no quiero casarme con usted!
Zoia dejo de llorar repentinamente, su cara se secó al instante. “Usted también vendrá, les dirá que no me quiere a mí, si no a Balvitsin, y yo estrecharé la mano de ese muchacho. Sé con qué pasión le ama usted.
-Usted también ama a otra: a mademoiselle Debé.
-En efecto, ya pueden maldecir mis padres que me casaré con ella. La quiero más que a mi vida. Vivir sin ella no es vivir. Si no, prefiero la muerte.
En un arrebato de contento le di las gracias. Nos abrazamos fuertemente, besé sus manos y ella mi cabeza – la dura pelambre – fue la más grande, creo, declaración de desamor. Trémulos nos encaminamos a la casa, animándonos el uno al otro. ¡Que nos riñan, que nos peguen, hasta que nos echen, pero seremos felices cada uno con lo nuestro! Al vernos tan radiantes trajeron champaña para celebrar.
Yo protesté, pateaba el suelo; Zoia gritaba hecha un mar de lágrimas. Se armó el alboroto; pero a pesar de todo, nos casaron.
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Hoy celebramos nuestra boda de plata, ¡un cuarto de siglo juntos! Al principio se nos hacía cuesta arriba. Yo le reñía, le pegaba. Empecé a quererla por puro cansancio.
Tuvimos hijos para matar la pena…Después fuimos acostumbrándonos. Y en este preciso instante, Zoia está detrás de mí y apoyando la mano en mis hombros, me besa la calva…