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martes, enero 21, 2025
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LA ANTÁRDIDA SIN HIELO

“La Antártida, es el continente más frío, seco y ventoso, y tiene la altitud media más alta de todos los continentes. Es un desierto, con precipitaciones anuales de solo 200 mm en la zona costera y mucho menos tierra adentro. La temperatura en la Antártida ha alcanzado los -89,2 °C, aunque la media del tercer trimestre (la parte más fría del año) es de -63 °C”. Tratar de éste continente es referirse a una parte fundamental del planeta. No obstante tener condiciones climatológicas difíciles, existen seres vivos animales y vegetales que allí viven. “Hacia 2016, había alrededor de 135 residentes permanentes, pero en las estaciones de investigación dispersas en todo el continente residen entre 1000 y 5000 personas durante todo el año. Los organismos nativos de la Antártida incluyen muchos tipos de algas, bacterias, hongos, plantas, protistas, y ciertos animales, tales como ácaros, nematodos, pingüinos, pinnípedos y tardígrados. El tipo de vegetación que se presenta en algunas zonas reducidas es la tundra”. “La roca de la Antártida está oculta en un 98% por hielo y esta capa supone la mitad de las reservas de agua dulce de nuestro planeta y llega a tener hasta 2 kilómetros de espesor”, aunque algunos afirman que el espesor de hielo es de 1,9 km.

Felipe Garrido, informa que “el pasado 6 de febrero del 2020, la zona presentó una temperatura de 18.3 grados, situación anormal para el lugar”. Según palabras de Ricardo Jana “Estas temperaturas máximas ocurrían en un plazo de mil años o cada mil años, luego ocurría cada cien y ahora las estamos viendo en el orden de décadas, esto es una consecuencia indirecta de este cambio global”. La Sociedad Británica, se valió de los instrumentos más innovadores, como son los satélites de la NASA, sus rayos láser, robots autónomos e imágenes de radar.

Con respecto a los glaciares peruanos, de acuerdo con los registros de la Autoridad Nacional del Agua (ANA), “la retracción se incrementó en los últimos 40 años. En el primer inventario de glaciares realizado en 1970, la cordillera La Raya registraba 11.27 km2 de superficie glaciar, Chila no menos de 33.89 km2, Huanzo 36.93 km2 de hielo y Chonta unos 17.85 km2 de blanca extensión. Cada una de estas cadenas ha perdido en cuatro décadas casi la totalidad de sus masas de hielo. En porcentajes se tiene que La Raya se redujo en un 72.85%, Huanzo un 87.79%, Chonta un 92.16% y Chila un alarmante 97.26%”.

La situación climática del planeta está que arde. Mientras unos saquean a su propio pueblo; el mismo pueblo está sucumbiendo bajo masas de lodo. Ahora las calles son cauces de esas masas de lodo; claro, porque aquellas áreas antes fueron cauces naturales que alegres humanos inteligentes se posesionaron, como siempre, por valiente, desafiando la pureza de la naturaleza. Los cauces son los cauces y si son naturales se respetan como las joyas naturales que son, ya que su existencia no es por el capricho de un sujeto desvelado, es el resultado de millones de años de arduo trabajo de la naturaleza. Alto, es el alto que la autoridad debe imponer ante intrépido minúsculo humano que osa desafiar a tan gigante naturaleza. Aquí la media tinta carece de lugar.

Impresiona la indiferencia humana ante éstos extremos desbarajustes ambientales. La Antártida está sin hielo, los andes están si glaciares, se secan las quebradas y riachuelos, los ríos están cada vez más lánguidos, se acaban los bosques, se extinguen los animales que hace algunas décadas eran parte de nuestra cotidiana vida, aparecen nuevas enfermedades en pandemia, las temperaturas son muy altas que provocan incendios forestales catastróficos y muertes de incalculables cantidades de animales silvestres y seres humanos, los fríos son insoportables, en fin, la situación es cada vez más insoportable. Es muy probable que pronto llegarían terremotos. Los seres humanos que ahora tenemos la oportunidad de vivir en la tierra, debemos unirnos en franco abrazo de amor, descartando en su totalidad las discrepancias y anulando cualquier intento de guerras tontas. Hagamos invocaciones al Espíritu de Dios, para que llene nuestros corazones, para que viva en nuestro domicilio, para que sea el guía en nuestro camino y nos acompañe en nuestro trabajo. Otras alternativas eminentemente humanas simplemente han dejado de existir desde hace mucho tiempo. Que nuestro corazón sea el cielo que albergue a Dios y que no se haga como nosotros queremos, sino su voluntad, de esa manera, podamos restablecer nuestro alicaído planeta, que cada vez está peor.

 

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