Por Buenaventura Ríos Ríos
Todos nos quejamos del calor que hace en estos días y de la falta de agua en nuestras ciudades. Sin embargo, también todos sabemos que, todos los años, en los meses de junio, julio y agosto, las precipitaciones disminuyen en la selva y la ecorrentía disminuye. Ecorrentía es, el volumen de agua en metros cúbicos que fluye por una cuenca hidrográfica por segundo (m3/s).
Para explicarlo mejor, veamos el siguiente Cuadro que lo saqué de una tesis de maestría publicada por José Palomino Aguirre, de la Universidad Agraria la Molina, titulada “Estimación de los caudales medios mensuales de la Cuenca Alta del Huallaga aplicando un modelo hidrológico racional con imágenes satelitales” (2022).

Observamos que, la mayor ecorrentía se produce en los meses de enero, febrero, marzo y abril, que es cuando se producen las mayores precipitaciones pluviales (lluvias), y, en los meses de junio, julio, agosto y parte de setiembre, como ahora, se produce el fenómeno contrario, las precipitaciones bajan y la ecorrentía de los ríos también.
Esto se debe al ciclo hidrológico, el agua se evapora desde los océanos y tierra firme formando la atmosfera, que luego se condensa y precipita sobre la superficie terrestre para otra vez evaporarse. El volumen del ciclo hidrológico global es constante, pero sufre variaciones en los continentes, regiones y localidades como en San Martín. Hace 5 mil años la costa norte del Perú era un inmenso bosque, hoy es un desierto; como el Sahara hace miles de años.
Pero, repito, esto ya los sabemos. El tema estriba en saber y decidir qué hacer para resolver el problema, esa es la decisión política que se debe abordar. A cada instante, billones de metros cúbicos de agua del Shilcayo, Cumbaza, Mayo y el Huallaga se van al Amazonas y se pierden en el Océano Atlántico. Lo racional es represar las aguas, ya sea en épocas de lluvia o de sequía.
Represar las aguas nos permitirá regular su flujo evitando inundaciones, abastecer de agua potable a nuestros pueblos y ciudades, canalizarla y utilizar racionalmente para la agricultura. La laguna represada podría servir para criar peces y promover el turismo construyendo hoteles y restaurantes en sus alrededores, generando empleo, y, de sus caídas construir centrales hidroeléctricas para el desarrollo industrial y agroindustrial de San Martín. A grandes males, grandes soluciones, ¿Qué esperamos?