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jueves, enero 23, 2025
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¡Basta!

Compartían la cama y hacían el amor una y otra vez. Entre risas construían un amor que no debía terminar. Escenas de pasión obsesiva. Nada dura para siempre, las parejas se separan, el cariño se apaga y el amor se extingue.

Somos animales de instintos y así como el amor nos eleva, también nos vuelve posesivos, obsesivos y hasta neuróticos. El amor alerta las mismas partes del cerebro que activa la cocaína, así que cuando nos enamoramos experimentamos una especie de drogadicción: ansiamos a esa persona que nos hace tocar el cielo, sentimos morir cuando no está y creemos que su lugar debe ser a nuestro lado. Cuando sentimos que la paloma quiere ir hacia otro horizonte, podemos actuar de maneras irracionales.

Si no es conmigo, con ninguno. El eco de sus palabras se escucha entre los escombros del fuego. Envuelta en llamas, se carbonizaron sus sueños. Su amor se consumió por el odio esquizofrénico que deambulaba con ansias de matar.

Marisella nunca se imaginó que el padre de sus 4 hijos se iba a convertir en su asesino. Con sangre fría tomó una galonera con las manos y le roció gasolina sobre el cuerpo de su ex pareja, prendiendo fuego hasta generar una explosión que acabo con su sonrisa, con sus sueños, con su vida.

Este suceso perturba a más de uno y lo más dramático es que sucede a diario. La sociedad en la que vivimos atemoriza. No solo lidiamos con el odio de las personas, sino con el morbo, con aquellos caníbales en busca de su presa, de aquellos vampiros en busca de su sangre y más sangre, nunca se cansan, siempre quieren más.
La estupidez se ha desnudado sin inocencia, sin repudio y sorprende a más de uno. No solo tenemos que lidiar con el morbo que nos venden en el día a día, sino tenemos que convivir con personajes que de pies a cabeza se lucen como patanes. A raíz de este lamentable suceso, se ha puesto en manifiesto en las redes sociales un sinfín de comentarios de apoyo hacía el agresor que quemó viva a su ex pareja y que quitó la vida a una mujer inocente.

¿El agresor es un pobre hombre? ¿Es el agresor víctima del desamor? ¿Es culpa de la mujer? Cómo podemos llegar a justificar actos como estos, minimizando y echando la culpa al “género” y no a la enfermedad mental que está teniendo a un Perú en cuidados intensivos.

Seamos sinceros y dejemos de pensar que las mariposas crecen en nuestros estómagos, que el amor puede soportar todo tipo de dolor, que la vida es color de rosa y que todo se puede justificar cuando de amor se habla. No señores, el amor puede ser eterno o pasajero y si es fugaz y cambiante, se sigue adelante. Que tu mujer se vaya con otro, que te deje de amar o que decida seguir su vida sola, no te da el derecho de quitarle la vida. Nadie es propiedad de nadie y si seguimos aceptando comentarios de este calibre, seguiremos enterrando a más mujeres.

Un contacto en el facebook dijo:”Dicen por ahí que esta muerte es por el patriarcado”. Otro más fresco y con ganas de sentirse el bacán sentenció: “Una puta menos, pobre Fernando, tu eres bueno, no tienes la culpa de nada, la culpa la tuvo esa mujer que te tocó amar”. Y otro por ahí que se jacta de opinólogo, remató diciendo: “Esto es ocasionado por ideologizadas feministas feminazis”. Sin duda, esto está más claro que el agua y solo evidencia que convivimos con enfermos mentales, a quienes tenemos como conocidos, contactos de facebook y hasta amigos. Es hora de estar alertas y alejarlos de nuestras vidas, ellos nos están dando esas señales que muchas mujeres cegadas por el amor dejan pasar. ESTÁN ENFERMOS, tengamos cuidado, el machismo mata.

Hay amores intensos y apasionados que se transforman en momentos terribles de locura y dolor. El despecho puede llevar a perder la cordura y a provocar la muerte.

No queremos enterrar a más mujeres…Basta de violencia. Basta de machismo. Basta de odio. Queremos hacer el amor sin miedo a ser asesinadas.

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