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miércoles, diciembre 11, 2024
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En búsqueda de ciudades verdes

La ciudad de Tarapoto se ha ganado el distintivo de “ciudad de las palmeras” en lo que va del tiempo, todo eso por el verde esmeralda que en algún momento adornaban sus principales calles y barrios.

Sin embargo, hoy por hoy este adjetivo calificativo nada tiene que ver con lo que se refleja en realidad, atrás quedaron esas frondosas calles para dar paso a una selva de cemento y asfalto de altas temperaturas cuando el sol del mediodía y la tarde golpean sin piedad la ciudad.

Y no solo eso, pues las enfermedades pulmonares también están a la orden del día por las grandes cantidades de polvo y tierra que pueden llegar a nosotros cuando caminamos por la calle o en nuestros hogares.

Al tener ciudades selváticas en nuestra región deberíamos hacer gala de nuestra gran variedad de plantas que podemos poseer para embellecer nuestras ciudades y cuidar nuestra salud.

Recordemos que los árboles absorben el dióxido de carbono, principal causante del calentamiento global, removiendo y almacenando el carbono a la vez que liberan oxígeno. Limpian el aire actuando como purificadores, absorbiendo óxido de nitrógeno, amoníaco, dióxido de azufre y ozono y devolviendo oxígeno a la atmósfera.

Los árboles también benefician a la biodiversidad autóctona de nuestra selva, ofreciendo alimento y refugio a diferentes tipos de animales que enriquecen la fauna del entorno.

Alimento que también resulta útil para los habitantes de la ciudad proporcionando frutos y reactivando la economía de la zona, al igual que los huertos urbanos independientes que sirve como pequeños puntos culturales en medio de la ciudad.

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, los árboles en las ciudades también ayudan a revalorizar el área en la que han sido plantados, ayudando a conseguir un rédito de hasta un 20% más que aquellas zonas de la ciudad en las que no existe vegetación de ningún tipo.

La ubicación estratégica de los árboles en las ciudades puede ayudar a enfriar el aire entre 2 y 8 grados Celsius, reduciendo así el efecto de “isla de calor” urbano, una acumulación de calor por las variadas estructurad de cemento y otros materiales absorbentes de calor.

Como también contribuir al aumento de la seguridad alimentaria y nutricional local, proporcionando alimentos como frutas, frutos secos y hojas tanto para el consumo humano como para el forraje.

Además de también ser una opción natural para regular el flujo del agua y desempeñan un papel clave en la prevención de inundaciones y en la reducción de riesgos de desastres naturales.

Las investigaciones han demostrado que vivir cerca de los espacios verdes urbanos y tener acceso a ellos puede mejorar la salud física y mental.

Otros estudios han demostrado que los pacientes que pueden ver árboles desde sus ventanas se sanan más rápido y con menos complicaciones.

Los niños con trastorno por déficit de atención e hiperactividad muestran menos síntomas cuando tienen acceso a la naturaleza, estar entre los árboles y la naturaleza mejora la concentración reduciendo la fatiga mental.

Con todas estas indicaciones antes ya mencionadas solo podemos decir que ya es momento de trabajar en conjunto para hacer verdaderamente verde a nuestras ciudades, desde plantar un quillosisa de múltiples colores hasta una pomarrosa que genere frutos realmente deliciosos.

¡Todo suma, siembra un árbol, construye más vida! (Alonso Aguilar Mori)

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