El caso del niño Jesús Paredes, de tan solo 6 años, paciente de EsSalud con cáncer, ha causado indignación. Lamentablemente, una vez más, por el perverso sistema de salud con el que contamos.
Es que, por necesidad médica tuvo que ser trasladado a Lima para su atención; sin embargo, solo tuvo que retornar debido a que su enfermedad está muy avanzada y queda darle calidad de vida.
Lo indignante del caso, es que por deficiencias que tenemos en el sistema de salud a nivel nacional, el pequeño tuvo que hacer el viaje ida y vuelta en ambulancia, vía terrestre, no solo tuvo que soportar los dolores de la enfermedad, sino también de la falta de humanidad del sistema que tenemos.
La complicación es nacional, el problema es que mientras no se reforme todo nuestro país, lo único que lograrán nuestros gobernantes es ir parchando deficiencias, con alternativas de corto plazo, que con el paso de los días se complica encontrar una verdadera solución de los problemas.
Y seguiremos viendo, lamentablemente, a más gente sufrir al no encontrar condiciones necesarias para ser atendidos no solamente con rapidez, también con calidad y eficiencia, que las medicinas no tarden en llegar, que los especialistas no se hagan los interesantes (en muchos casos sucede), que sobre todas las cosas, la humanidad sea la principal característica de este servicio.
Calidad de vida, antes, durante y después de una atención médica necesitamos, calidad de vida que se traduzca en mejoras para quienes lo van a necesitar algún día y para quienes lo estamos utilizando. Calidad de vida… hoy.
Cuando ya no estemos, ya no sirve de nada, ni los mejores servicios fúnebres nos devolverán la calma.