En la semana que pasó se voltearon dos camiones en la selva: Uno en el tramo de la carretera Campanilla Pizana (Carretera Juanjui Tocache); otro cerca de Aguaitía (Carretera Tingo María Pucallpa). El primero con cervezas y el segundo con abarrotes. El monto perdido en cada incidente es cuantioso. Los pesados vehículos se voltearon y quedaron con la veintena de llantas de costado, algo parecido al motelo volteado, que se queda con las patas al aire en movimiento. En el caso del camión con cervezas, la actitud curiosa de pasajeros ha sido el haber encontrado una muy buena oportunidad para libar en grupos, sin costo alguno, como si se tratase de encuentros de viejas amistades, con el intercambio de experiencias, narraciones de chistes y altisonantes risotadas. Mientras pocas personas acarreaban con gran esfuerzo las cajas con botellas sanas, la mayoría, unida en pequeños grupos, bebía abundante cerveza. ¿Por qué en poco tiempo se generan estos tremendos incidentes? Por la situación caótica de la carretera. Resulta indignante para el común habitante, que el tramo entre Campanilla y Pizana se encuentre destrozada, situación comparable a la carretera marginal de la selva en el quinquenio de 1,985 a 1,990, cuando las constante hondonadas hacían desaparecer a las camionetas 4 x 4, que fueron las únicas que podían transitar la difícil vía, en su travesía de cinco a ocho horas de viaje fastidioso entre Saposoa y Tarapoto. Cuando los pasajeros que iban en la pequeña tolva, de pie, llegaban con los pelos “rubios” por la densa polvareda y los ojos rojos como de brujo. Pero, esos tiempos ya fueron y son del pasado lejano, de hace veinticinco años atrás; ahora estamos en otros tiempos, con la modernidad a flor de piel: Cuando los niños no saben saludar; cuando las personas están juntas y no conversan porque cada una está ocupada en el celular; cuando la persona prefiere estar en contacto con otra que está a larga distancia dejando de comunicarse en vivo con la que está al lado; cuando se dice por todos los medios que existe mucho dinero en el fisco y que la corrupción está de moda y es ejecutada por casi todos los funcionarios de los tres niveles de gobierno; cuando la delincuencia se ha generalizado a nivel nacional y parece casi incontrolable. Alguien comenta que el crecimiento económico nacional ha sufrido un estancamiento, por la baja recaudación fiscal. ¿Qué pasa? ¿Hay percepción de desconfianza del Gobierno Nacional? ¿Es el resultado de la dependencia económica del rubro minería? ¿Es que la caja fiscal tiene forados ocultos por los cuales drenan los recursos de manera incontrolable?
Sea tal o cual causa, resulta importante discernir el tema de construcción de obras públicas, básicamente de las carreteras. El tramo entre Campanilla y Pizana, tiene restos de que en algún momento fue pavimentada ¿Por qué entonces los pobladores tienen que estar sufriendo? Porque simplemente en algún momento, alguien de amplia “sabiduría”, cargado de “genialidad”, ha tomado la “histórica y revolucionaria” decisión de usar la famosa “BICAPA”; bueno, como la obra se haría para pobladores, no sé de qué categoría habrá calificado el gobernante de entonces, no revestía de mucha importancia el material a emplear y la calidad del trabajo; además, nadie diría nada, como realmente ocurrió. Pero, en estos tiempos “modernos”, se tienen horribles “bicapas” como el tramo San José de Sisa – San Pablo; Cruce Lamas y Lamas; Picota – Caspizapa. Seguramente, los famosos “adicionales” bailaron al son de la música del momento.
En estas difíciles circunstancias tenemos dos camiones volteados en una semana. Estas pérdidas empresariales, son pérdidas económicas comunales. En la selva, no se deben permitir las “BICAPAS”, porque ningunas son buenas. Se construye un buen pavimento o no se hace nada, de lo contrario, seremos observadores de camiones que se voltean.