Los mismos protagonistas califican a todo éste proceso de enmienda legal como un circo. Es bueno que el sistema democrático haga esfuerzos en procurar poner en orden los lineamientos políticos sobre los cuales ande la comunidad. Nadie tiene derecho romper el sistema democrático. Tienen que establecerse mecanismos extremos para que en el primer intento de ruptura, el responsable sea castigado con severidad, como en los años 1968 y 1992. Cada resquebrajamiento de la democracia requiere de altos costos que la población paga. La comunidad entera no puede vivir con sobresaltos solo por la satisfacción de tontos caprichos. La democracia se sostiene en sólidos grupos políticos, pero bajo el marco de amplia y libre participación. La democracia debe descartar de plano el caudillismo. Nadie tiene el poder del absolutismo. Las agrupaciones políticas democráticas deben ser eminentemente participativas. Las decisiones deben provenir de la participación de los involucrados, no de opiniones solitarias de quienes por equivocación creen que son dueños de la verdad.
Precisamente, haciendo uso y abuso de ese falso poder absolutista, una y varias personas, han creído por un buen tiempo, que sus opiniones y versiones eran las únicas y absolutas. ¡Podrá existir mentira más grande! “¿Porque ser como un niño y hacerse pequeño? El niño es un ser débil y humilde, que no posee nada, no tiene ambición, no conoce la envidia, no busca puestos privilegiados, no tiene nada que decir en la codicia de los adultos, el niño tiene conocimiento de su pequeñez y su debilidad. Es así como nos hace saber Jesús, que el más humilde será el más grande ante el Padre, como vemos, de nada importa el nivel, la jerarquía o el rango y papel que se desempeñe en la sociedad” Mt 18, 1-5. 10. 12-14. Ser líder no es fácil. No es ordenar, es guiar con el ejemplo actitudes positivas, escuchando con esmerada atención las opiniones, no solo de los amigos, también de quienes están en la otra orilla, porque los nuestros tampoco son co propietarios de las razones humanas. Entonces, tantas obras negativas, como obstruir la ejecución de obras públicas que benefician a las comunidades; recibir jugosos recursos por adelantado a cambio de entregar los recursos del pueblo en manos de chantajistas y manipuladores, es decir de delincuentes, son actos que no deben pasar por alto; sino frenar con la severidad, porque así como hicieron otros antecesores, los siguientes seguirían haciendo, totalmente a espaldas del pueblo. ¿Quién ha pagado y seguiría pagando esos jugosos recursos? El pueblo, el que ve el circo de lejos y supuestamente de manera gratuita. Y ¿quiénes hablan de circo?, precisamente quienes carecen de lineamientos políticos de desarrollo de la sociedad en democracia; quienes por efectos de actitudes de otros, creen que les asiste el derecho de hacer a nuestra sociedad como hacen algunos a un pelele, hasta quitarles derechos fundamentales de decisión, de opinión, como si se tratase de tiempo antaño de esclavitud.
El llamado circo, que algunos dicen es gratuito, es quizá el más costoso, porque desbaratar semejante banda, acostumbrada a un permanente accionar delictivo, que tanto tiempo paseaba impune por los rincones de la casa y por lugares lejanos, necesita de bastante recurso logístico y económico. Y, ¿quién paga el alto costo de éste andamiaje circense? El pueblo pues. Somos todos los que conformamos el pueblo, el Estado. Somos las grandes mayorías, de pocos y medianos recursos, presionadas a pagar los tributos, que está bien; en cambio, existen personas de muchos recursos que son exoneradas por un Congreso indolente; gobiernos locales que sacan resoluciones auto exonerándose de pago de tributos. Empresas mineras y de telefonía también simplemente no pagan sus tributos, acudiendo a recursos leguleyos tontos. ¿Por qué existe ese circo? Si las personas y autoridades elegidas no se hubiesen comportado tan mal, rebanando los predios de la ilegalidad, simplemente aquel circo no existiera. No se estarían gastando ingentes recursos del pueblo.
Quizá éste circo da a la gente lecciones de acciones que no se deben hacer. Que los líderes, si es que son realmente líderes, procedentes de voluntades de las mayorías, aprendan a poner en práctica comportamientos cargados de humildad, tal cual Jesús enseñó: “que el más humilde será el más grande ante el Padre”. No puede llamarse líder a quien mutila el cerebro y amordaza a los seguidores. El líder se gana con sus acciones, no aparece de pronto porque habla bonito, porque tiene tal color. El líder respeta en toda su amplitud a todas las personas con quienes forma grupo.