Somos testigos de cómo se va tejiendo la telaraña de nuestra sociedad peruana republicana, mal llamada democracia; en tiempos de los usurpadores del poder, mal llamada dictadura. Ni lo uno ni lo otro sirven, o sirven únicamente para la clase selecta del entorno privilegiado.
¿Dónde está la raíz de nuestros problemas sociales? ¿Cuál es el génesis de nuestra historia mal hecha? ¿Podemos acabar con la corrupción matando a la gente, a los funcionarios que delinquen, como es la prédica de Antauro Humala? Alan García, antes que le maten se mató él mismo. Toledo que viene purgando encierro carcelero en EE.UU, cuántas veces no pasará el suicidio por su cabeza que flameó por los “cuatro suyos”, que le llevó a la victoria, cuando el chino Fujimori quería seguir haciendo del Perú su chacra que cosechaba millones con la venta de empresas públicas que le sirvió para enriquecerse ilícitamente.
Antauro dice que a la primera víctima que matará en el país, es a su hermano, (Ollanta) que traicionó a los peruanos con su oferta política, pues dijo hacer del país, un país libre, fuera de corruptos. Total, seguían y siguen llenándose de más corruptos el país bendito de los incas. ¿La solución vendrá acaso con la pena de muerte? ¿Sería esto como una especie de tónico o vacuna temporal, que pongan en alerta a todo aquel que asuma los cargos públicos desde las más pequeñas cajas chicas hasta la caja grande del erario nacional?
Miremos la realidad en el contexto justo de la historia. Quien proponga algo justo o no, no debe tener un pasado que le condena. Antauro tiene este pasado de condenación del andahuaylazo, que dejó como víctima un teniente y un capitán, que fueron baleados por la espalda, hoy los padres de estos extintos jóvenes oficiales piden justicia. Ninguno de estos dos deudos tiene indemnización económica de parte del Estado. Tres ednocaceristas que cumplieron condena de 08 años, ahora están libres, y con esa libertad buscaron votos el 26 de enero. El pueblo peruano harto de tanto fujimorismo y de tanto aprismo corrupto y mafiosos del poder, optaron no solo por estos tres del grupo de Antauro, votaron también hartos de tanta delincuencia y miseria por el grupo político de los ataucusi, (Frepap), que entre ellos por celos de poder con los resultados favorables que recibieron del pueblo el 26 de enero, están siempre en líos de poder con amenaza de muerte entre ellos.
Aún ni segundos se sientan en los lujosos sillones de cedro del Congreso, se armaron entre ellos la bronca. Esa misma bronca señores ataucusi, resérvenlo para que sepan armar su bronca de pelea jurídica e intelectual con las huestes endiabladas del fujimorismo que todavía siguen teniendo rezagos y llegaron una vez más para estar en el Congreso. Si continúan jodiendo. A ver, grupos ednocaceristas y ataucusistas, ahí les queremos ver peleando por el bien y la salud económica del país, no por la ambición de poder.
De lo contrario, lo que está proponiendo Antauro desde la cárcel, ustedes que recibieron el voto del pueblo peruano y que están a punto de juramentar, deben recibir la propia medicina de su propio jefe.
¿Se imaginan ustedes con la pena de muerte en el país? Penas de muerte siempre existían en las dictaduras, y los dueños del poder se enriquecían mucho más, la desigualdad y el resentimiento aumentaban mucho más, porque se decretaban las penas para llenarse de los apetitos personales, de las ambiciones de grupo, de los acomodos de familia, siempre con los millones a buen recaudo. Esta herencia estamos cosechando hoy, con varios jefes de Estado ladrones, encarcelados y suicidas; con varios funcionarios cómplices de las coimas de esa mafiosa empresa de Odebrecht, que tiene la conchudez de estar en estos momentos enjuiciándole al Estado peruano con millones de dólares. Es decir no se contentaron con robarnos a través de la buena pro de obras que tenían a cargo y que los funcionarios gobernantes corruptos les entregaron las obras previa aceitada de los millones en sus manos.
No es necesario matar señor Antauro para librarnos del lastre de la ignominia, del atraso, de la corrupción y la delincuencia. Basta una nueva Constitución, pero una Constitución sin previos ni pos arreglos con las grandes empresas nacionales y transnacionales. Que ellos empiecen a tributar al 100% lo que nunca lo hicieron. Que la educación empiece a tener el recort de crecimiento lo que nunca tuvo a lo largo ya casi de 200 años prontos a cumplir. Ese 6% que está solamente en el papel de una manera inútil se lleve a la realidad, incluso superándolo hasta llegar al 10% del PBI a favor de la educación, y que los demás sectores y la ciudadanía, lógicamente beban de la fuente de crecimiento de un país libre de malicia y corrupción.