No es un retorno habitual, es, por el contrario, el regreso de una época de incertidumbre, temor, dolor, cambios de hábitos, que deben ser tomados en cuenta, este retorno a clases NO ES LA VUELTA DE LAS VACACIONES.
El retorno a clases presenciales siempre ha sido el gran objetivo, pero nunca ha sido solo un tema de voluntades, se trata de un complejo problema público que requiere de una particular atención y la permanente evaluación de factores educativos, epidemiológicos, sociales, políticos e incluso económicos.
A todo ello se le suma un asunto que requiere de nuestra mayor atención en este regreso a la presencialidad a las escuelas. Y es que el retorno no es la vuelta de las vacaciones. Es, por el contrario, el regreso de una época de incertidumbre, temor, dolor, cambios de hábitos, que deben ser tomados en cuenta. Nadie regresará presencialmente a las aulas como cuando los estudiantes en el 2019 y, por eso, tenemos todos nuevas tareas que hacer.
El Ministerio de Educación tiene que encontrar las fórmulas para responder bien y rápido a este reto, a pesar de los viejos y estructurales problemas que aquejan al propio Estado y a la educación como nuestra infraestructura educativa.
Que los esfuerzos hechos se fortalezcan y mejoren en esta nueva etapa.
Las Direcciones Regionales de Educacion y las UGEL’s, los profesores y padres de familia, tenemos el desafío de seguir acompañando este proceso para lograr los objetivos.
Los directores: deben reconocerse como los líderes que han sido durante acompañando a sus colegas y promoviendo un clima escolar propicio para el aprendizaje en esta nueva etapa.
Los profesores: como grandes protagonistas de estos extraños tiempos de educación, deben conocer bien la situación de aprendizaje y las condiciones socioemocionales en las que llegan sus estudiantes para que de esa manera puedan planificar sus sesiones de forma eficiente.
Los estudiantes: tienen la gran tarea de ser los protagonistas de su propio aprendizaje. Que el regreso con ánimo y compromiso sea el esperado encuentro con los amigos, pero también el lugar para aprender formalmente.
Los padres de familia: tienen la tarea de acompañar el regreso presencial siendo un soporte compresivo para los estudiantes, para quienes no será fácil el retorno.
Otra tarea, esta vez para todos, es recoger todo lo que se ha aprendido en estos dos años de pandemia.
Hasta el momento, se ha identificado, parcialmente, aquello que los estudiantes han dejado de aprender; asunto que es fundamental para diseñar los siguientes años educativos. Sin embargo, la tarea es, también, poder identificar aquello que sí se aprendió. Para quienes creemos en que la educación, en el sentido más amplio y completo, no se reduce a la calificación de un grupo de competencias curriculares, esta tarea resulta fundamental. Que cada escuela y cada docente pueda ordenar y formalizar esos aprendizajes, es parte sustantiva de esta tarea.
Una tarea clave deberá de ser la evaluación que debe hacer el Estado de la estrategia emprendida. Así evitaremos tomar decisiones futuras sobre la base de opiniones particulares y políticas y, de ese modo, construir información rigurosa sobre el impacto de la pandemia en la educación.
Una última tarea para la sociedad, el Estado y el propio sistema educativo es mirar el mediano plazo a partir de un serio proceso de análisis y propuesta para redefinir fines educativos y tomar con seriedad la necesidad de atender en las escuelas aspectos socioemocionales y de formación ciudadana, flexibilizar los sistemas educativos construidos rígidamente sobre la idea de la sospecha y la desconfianza entre unos y otros miembros de la comunidad educativa.
Con entusiasmo y responsabilidad, que la vuelta a la presencialidad sea una razón para seguir aprendiendo. Vencer a la pandemia es también poder demostrarnos a nosotros mismos que podemos ser mejores padres, mejores personas de BIEN.