Revisando algunas teorías jurídicas encuentro a uno de los juristas más representativos de todos los tiempos me refiero a Hans Kelsen, quien ha ejercido una de las más poderosas influencias en el pensamiento jurídico del presente siglo, decía “la democracia es discusión y que lo democrático es que la voluntad política se forme siempre a través de la transacción y el compromiso entre intereses divergentes. Por eso, gobernar tan a menudo a golpe de decreto es una prueba más de la escasa calidad de nuestra democracia”.
El uso y abuso de los decretos legislativos como forma habitual de legislar y la verdad es que todos deberíamos de meditar al respecto ya que este modelo apresurado de lanzar nuevas medidas faltas de debate, de consenso y de análisis, en muchos casos provoca todo lo contrario para lo que se diseñaron precisamente porque son apresuradas y poco analizadas. El fresco antecedente de dos Decretos Legislativos que pretendían adecuarse a las exigencias del TLC con Estados Unidos y que terminaron siendo derogados por el Congreso y motivaron una acción de inconstitucionalidad de la Defensoría del Pueblo, ante el Tribunal Constitucional.
A solo catorce meses de la primera vuelta electoral este gobierno que ya debería estar preocupado en estar alistando maletas para nunca más volver. Van a solicitar delegación de facultades legislativas, ¿en qué materias? ¿Por qué la desesperación? ¿Existe algo turbio? la respuesta a estas interrogantes nos lleva a las hipótesis, que sólo es una actitud política, un globo de ensayo, un caballo de Troya o es para ocultar los verdaderos problemas del país. Hecha la ley hecha la trampa. La Constitución acepta la posibilidad que el Congreso delegue facultades y como los cohechados no querrán perderse sus últimos 14 meses se lo darán porque si no podrían cerrar el Congreso.
Delegar facultades al ejecutivo, siempre será una caja de pandora con resultados poco auspiciosos y con costos sociales. Nuestro criterio pudiera parecer conservadora frente a quienes avalan la delegación, en virtud de la necesidad de tomar decisiones de carácter técnico, rápidamente, para resolver los problemas urgentes. Quienes así especulan sostienen que el Parlamento es un cuerpo lánguido, “pobre”, “poco liderazgo”, “sin resultados concretos”, “sin iniciativa, con lentos procedimientos, mucho más ineficaz para la toma de decisiones que el Poder Ejecutivo.
Dicho lo anterior y sin entrar a discutir sobre la pertinencia de confiarle al Presidente de la República la facultad de expedir este tipo de dispositivos, no debemos pasar por alto que como toda atribución estatal, ésta debe ser susceptible de control y más aún, que los mecanismos, procedimientos e instituciones previstos para tal efecto estén diseñados para garantizar que tal control cumpla con las exigencias mínimas que aseguren su idoneidad, objetividad, eficacia, eficiencia, entre otros. Pregunto ¿Se puede asegurar lo anterior faltando tan poco tiempo del final de este régimen?
Es en este aspecto en donde encontramos algunos problemas desde luego, dirán; pero el Congreso puede derogarlo, después que el Tribunal Constitucional determine si, efectivamente, ha habido violación de los parámetros constitucionales. Sin embargo, en este caballo de Troya muy bien muchos rapiñas de la política pudieran estar asegurado sus bolsillos o su permanencia en el poder y muchos poderosos pueden estar metiendo sus infames intereses, estemos atentos.