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miércoles, enero 22, 2025
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La dictadura fujimorista

El Perú vive una dictadura. Usualmente pensamos que eso equivale a algo como lo que ocurre en Venezuela, donde el dictador Maduro hace lo que le viene en gana, a pesar de no tener el respaldo de su pueblo, pero sin embargo no siempre es así.

La dictadura parlamentaria es también un hecho demostrable. Por ejemplo, la prepotencia y la arrogancia de saltarse a la garrocha todos los procedimientos y votar en el pleno con el apoyo de las rabonas del aprismo y de AP, para que ayer mismo el Ministro Thorne se presentara ante ellos, como si fuera su muchacho.

Estas cosas hacen recordar los excesos de la Asamblea Nacional durante la Revolución Francesa. Sólo que en este caso no son revolucionarios burgueses dictando medidas contra la vieja clase monárquica. Son un grupo de 70 y tantos peleles que creen que con su espúrea mayoría, conseguida por la falaz “cifra repartidora” pueden hacer y deshacer a su gusto sobre las políticas del Ejecutivo.

Eso del “primer poder del estado“, los fujimoristas y sus adláteres se lo han tomado en serio, pero ahora que gobierna un demócrata cabal junto con gente de talante liberal y progresista. En la época de la dictadura del reo, a pesar de ser mayoría, no eran más que un puñado de borregos siguiendo sus órdenes y las de Montesinos. Ahora siguen las órdenes de la hija del reo.

Es vergonzoso para la conciencia democrática que esta manada de acémilas, pretendan desestabilizar al gobierno con el chantaje de la amenaza de la permanente censura a los ministros e incluso con la amenaza velada de vacar al presidente. Esto es inaceptable y ya es tiempo que Kuczynski se ponga bien los pantalones y ponga a estos impresentables -con excepciones- en su lugar. Para ello no tiene más que plantear la “cuestión de confianza” la próxima vez que censuren a un ministro y si persisten en su actitud disolver el Parlamento y convocar a nuevas elecciones congresales, siguiendo lo que manda la Constitución y no como lo hizo el reo cuando el 5 de abril de 1992 la violó grotescamente “disolviendo” el Parlamento.

Es inaceptable que los 70 y tantos “fujitrolls” que ocupan otras tantas curules anulen leyes sesudamente estudiadas por el Ejecutivo. Es inaceptable que, al amparo de su espúrea mayoría pretendan dictar las políticas educativas del gobierno. Es inaceptable que sus voceros insulten a los ministros y al mismo presidente y que hablen de “censurar” incluso antes de interpelar.

La conducta de estos marginados de la inteligencia y el “fair play” en la política es, sin lugar a dudas, el mejor ejemplo de lo que el fascismo puede hacer cuando tan sólo domina un poder del estado. Imaginemos siquiera por un momento qué sería del país si la hija del dictador hubiera ganado la segunda vuelta. Es para dar escalofríos.

Incluso no han tenido reparos en los últimos días en entrar en negociaciones bajo la mesa con los que se supone son sus peores enemigos, los izquierdistas del Frente Amplio, que bajo la égida hipócrita y mezquina del ex cura Arana, pretenden obtener réditos políticos. El fujimorismo es una reacción antihistórica que pronto desaparecerá, si es que conseguimos que la mayoría de peruanos tomen conciencia de la importancia del sistema democrático y el equilibrio de poderes. Pero eso no sucederá si el gobierno continúa poniendo la otra mejilla.
Por eso es ejemplar y encomiable la negativa del Ministro de Economía de presentarse ayer ante el pleno, pues los ministros dependen del Presidente de la República y no de los caprichos de unos cuantos farsantes investidos de poder, cuyo único objetivo es bajarse al gobierno democrático a como dé lugar, y presentarse como alternativa a la ingobernabilidad que ellos mismos provocaron.

El presidente debe tomar nota de la actitud firme y valiente de su ministro y emitir las directivas políticas que puedan conseguir revertir esta situación lesiva para el país y su desarrollo, pues con sus caprichos de asiática indecente no dejan que el país avance. Se necesita que Kuczynski renueve el gabinete con personalidades de la talla, por ejemplo, de César Villanueva o Carlos Bruce, que podrían enfrentar exitosamente a esta piara desbocada por la ambición de poder.

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