Toquemos el nervio. Hundamos el bisturí en el corazón de la corrupción.
Ahí donde más duele.
Varios presidentes de América Latina se han caracterizado por ser corruptos. Esto debido a que en el continente existen muy débiles instituciones. Respuesta de autodefensa es construir fortalezas en esas instituciones.
Estos presidentes se han apoderado del control del estado. Agarran todo lo que pueden desde burocracia, una parte del sector jurisdiccional, unidades electorales y demás. Por supuesto, no todos son corruptos. Los que no lo son que sigan su camino.
El problema es con los que lo son. Estos último se tienen el atrevimiento de hacer un partido único y ejercer el control político manipulando el voto y la justicia, un gobierno en la sombra dónde crecen los hongos.
Dentro de este contexto, no son bien vistos los buenos periodistas sino maldecidos porque ponen al descubierto sus jugadas. Este es un momento en que se ha perdido el control lógico de la política, es la prensa el último reducto contra estos sujetos que todo lo controlan, lo manipulan y congelan para bloquear investigaciones.
Ese es el nervio. Crisis institucional y el tumor oculto y profundo contra ello el antídoto de la democracia y libertad de expresión, los dos juntos, como guardianes de la transparencia del poder.