Por: David Auris Villegas
[email protected] https://orcid.org/0000-0002-8478-6738
A comienzos del siglo XX, María Montessori revolucionó la educación al transformar las aulas de las escuelas en repletos espacios de alegría y juegos, donde los niños aprendían sin castigos. Así nació la famosa Casa Bambini o Casa de los niños, demostrando que, con amor, respeto y creatividad, ellos pueden ser felices, seguros y poderosos agentes de un mundo mejor.
La educación inicial, de cero a cinco años, representa un periodo esencial para fortalecer las habilidades cognitivas y emocionales de los niños. Durante estos años formativos, los maestros desempeñan un papel clave, cultivando valores de convivencia y cooperación que modelan las actitudes de los futuros ciudadanos.
Según la Unesco y Unicef, los tres primeros años son determinantes para forjar el potencial del cerebro y establecer principios éticos sólidos. Por ello, es necesario que la comunidad educativa y las familias asuman la misión de construir entornos de aprendizaje inclusivos e inspiradores, con el propósito de que cada niño esté preparado para enfrentar con éxito los desafíos del futuro.
En el Perú, el inicio de la educación inicial fue liderada por Juana Larco de Dammert a fines del siglo XIX. A comienzos del siglo XX, Elvira García y García fundó el primer jardín de infancia del país, mientras que las hermanas Barcia Boniffatti promovieron la creación de más jardines, inspirados en las propuestas de Froebel y Montessori, priorizando el juego y el amor en lugar del castigo.
Augusto B. Leguía gobernaba al Perú por los años 1930 y encargó a las hermanas Barcia Boniffati la creación del primer jardín estatal del Perú, inaugurado el 25 de mayo de 1931, fecha que cada año celebramos con cariño. A pesar de los recursos limitados, lograron impulsar más de 300 jardines escolares en el país, basado en la filosofía de todo por amor y nada por la fuerza.
Pero, no basta con que los párvulos asistan a este nivel educativo. Pues para que todos disfruten de sus derechos fundamentales, se requiere implementar políticas de nutrición de calidad, revalorizar la labor docente y brindar apoyo económico a familias vulnerables, a los huérfanos y a los niños con discapacidad.
Sin duda, los gobiernos tienen la responsabilidad de garantizar una educación inicial para todos los niños, y los educadores son los sembradores de una buena cosecha ciudadana.
Artículo publicado en, El Montonero
© David Auris Villegas. Escritor peruano, columnista pedagógico, profesor universitario y creador del ABDIVCPCE.