Unos dicen que se llama El Niño cuando el fenómeno se presenta con abundante lluvia; y es La niña, cuando hay excesivo ausentismo de lluvia. Es decir, este infante anómalo se asocia con los extremos. La selva tiene épocas bien marcadas, según la altitud: disminución máxima de lluvias entre junio, julio, agosto. En setiembre llega la lluvia y con ella la floración de las plantas. En diciembre hay leve ausencia de lluvia. En enero y febrero la lluvia es bastante regular. En marzo, abril, mayo, las lluvias son copiosas, que provocan huaicos, inundaciones. Las plantas de la selva se han adaptado a este esquema. Aquí juegan papeles importantes la temperatura y las horas de sol, inclusive el viento. Pero, ¿qué pasa si existe cambio de este esquema del clima? Las plantas simplemente sufrirán. Si los bosques son naturales, las plantas sabrán tolerar las arremetidas de mucha y poca lluvia. ¿Cómo? En el caso de copiosas lluvias, las copas de los árboles cumplirán su función de paraguas. Así llueva cántaros, la densa copa arbórea la soporta. De aquí, el agua cae a las copas de los arbustos y otra parte discurre por el fuste hasta el suelo. De los arbustos el agua cae a las hojas de las hierbas (que cubren el suelo de sábana verde, también conocidas como sotobosque). De las hierbas el agua de lluvia va al suelo. ¿Y qué es el suelo? Es la capa superficial que ha sido formada por la naturaleza en alrededor de un centímetro de espesor por siglo. Esta capa superficial es formada mediante la mezcla progresiva entre la arcilla que viene desde el fondo con los restos orgánicos vegetales y animales de la superficie. Tiene color negro y contextura suave, porosa, esponjosa. Esta capa superficial es de quince a veinte centímetros de espesor. En el suelo se desarrollan las raicillas absorbentes de las plantas. Cuando llueve, el suelo se empapa de agua, de aquí baja lentamente hasta embeber la capa de arcilla, que está debajo. Por el contenido de materia orgánica, el suelo tiene la virtud de absorber agua con facilidad y retenerla por tiempo prolongado. En el bosque, la densa copa arbórea no permite el libre ingreso de los rayos del sol hasta el suelo. La naturaleza cuida al recurso suelo como a una verdadera joya, porque sabe perfectamente que sin este recurso no podría vivir, las futuras generaciones tendrían problemas nutricionales; que si logran nacer, se morirían muy jóvenes por inanición. Cuando llega la sequía, de nuevo la copa arbórea se comporta como una sombrilla, protegiendo de la insolación, de la alta temperatura, a las plantas de porte bajo y fundamentalmente a su joya llamada suelo. Si el sol no llega directamente al suelo, la evaporación de la humedad es mínima, se raciona. La hojarasca ayuda a mantener húmedo al suelo. Entonces, ¿qué pasa si se eliminan los bosques? La lluvia cae directamente al suelo, rompe su estructura y el agua abundante se lleva esta apreciada joya al río para nunca más volver. Así, año tras año, esta capa de suelo, que es el sustento de vida de las plantas, va disminuyendo de a pocos, hasta desparecer ¿Tanto ha demorado la naturaleza, de formar un centímetro de suelo por siglo para perderla tan fácilmente en tan poco tiempo? Es la sapiencia del hombre, es la modernidad de su sociedad, las que le conducen a actuar cegado de la realidad. Con El niño, se perderán los pocos suelos que quedan, habrá avalanchas de lodo porque no existen fajas marginales, habrá sequías infernales porque no hay bosques, entonces se perderán las esperanzas de vidas de las futuras generaciones.