Se necesita que las Cámaras de Comercio de Moyobamba, Rioja, Nueva Cajamarca y Juanjuí trabajen una ruta de elemental para las actuales circunstancias y lo que se viene; sólo nos queda crear alianzas entre el norte, el centro y el sur de región y fortalecer la institución
La reciente restitución del crédito fiscal especial del IGV en la región San Martín no es solo una conquista legal o técnica, sino una victoria estratégica con profundas implicancias para el desarrollo económico amazónico. Esta herramienta tributaria, diseñada para dinamizar la manufactura local a partir de cultivos alternativos, es clave para avanzar hacia una economía con mayor valor agregado, más empleo digno y una mejor calidad de vida para nuestros ciudadanos.
Detrás de este logro se encuentra un esfuerzo colectivo ejemplar, encabezado por la Cámara de Comercio, Turismo y Producción de San Martín – Tarapoto, cuya visión y liderazgo articularon un equipo multidisciplinario de profesionales en economía, tributación y desarrollo productivo. Gracias a su tenacidad, se logró enfrentar con argumentos sólidos a la administración tributaria, que injustamente había negado a San Martín los mismos derechos que gozaban otras regiones amazónicas.
Este equipo no solo defendió un derecho legítimo, sino que también demostró que San Martín puede ser referente nacional en gestión y articulación regional. Lo que se ha alcanzado no es menor: es una herramienta concreta para movilizar la economía, incentivar la inversión y consolidar procesos de industrialización ligados a cultivos lícitos como el cacao, el café, el palmito y la palma.
Pero este paso adelante también nos deja una tarea pendiente: reconstruir la mancomunidad amazónica de cámaras de comercio, que en su momento fue un espacio poderoso de representación y propuesta.
Hoy, más que nunca, se necesita que las Cámaras de Rioja, Moyobamba, Juanjuí y todas las provincias trabajen de la mano, dejando de lado protagonismos estériles y priorizando los resultados. La defensa de los intereses regionales exige cohesión, generosidad y liderazgo con visión de futuro.
La experiencia de San Martín demuestra que sí se puede transformar la economía desde lo local, siempre que haya claridad en los objetivos, conocimiento técnico y voluntad política. El crédito fiscal especial debe ser la palanca para dar el gran salto hacia una región productiva, sostenible y orgullosa de su capacidad transformadora. Pero para lograrlo, la unidad regional no es opcional: es tarea urgente y necesaria, pero para ello los propios actores, tienen que asumir una responsabilidad pro-activa. Por: Beto Cabrera Marina