La cultura del neoliberalismo, con la falsedad de sus mensajes del amor a la libertad, nos ha hecho perder el verdadero concepto de lo que significa ser ciudadano, haciéndonos perder, realmente, el verdadero significado de la libertad. En el Perú, el factótum del liberalismo es Mario Vargas Llosa, y le siguen muchos, comparsas tal vez no gratuitos, que no saben si van a durar el próximo mes, pero a quienes les han metido tanto aserrín en la cabeza que han terminado asumiendo el dogma de que para sobrevivir el paradigma supremo es la competitividad. Los gurús del liberalismo han escrito libros con títulos sugestivos que engañan a ingenuos: Milton Friedman, con “Capitalismo y libertad” y Friedrich A. Hayek con “Camino de servidumbre”. Y los grajos han distorsionado la doctrina de Adam Smith, citando parcial y engañosamente los textos de “Una investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones” o, “La riqueza de las naciones”.
No pensaba escribir este texto cuando retorné el sábado pasado de Chazuta, donde encontré las obras civiles del “mejoramiento” del jirón Bartra Mera, y por el poco tiempo que dispuse no conversé con sus autoridades, por lo que no puedo comunicarles mi opinión sobre el verdadero impacto futuro de dicha obra. Debo confesar que –en muchos casos– hablar con un funcionario poderoso es a veces más difícil que pedirle a Sagasti que nos recite personalmente un verso de Vallejo.
Cuando me dirigía a mi residencia vi el caso “gracioso” de tres motocorristas que llevaban pasajeros y que cuando ya la luz del semáforo estaba en rojo cruzaron la esquina a una velocidad temeraria. La sola realización de este hecho ya es un dramático indicador de que vivimos en una sociedad anómica, desorganizada, que nuestras autoridades no funcionan, que nos dedicamos a solucionar lo urgente y no a lo importante, que vivimos en una sociedad no institucionalizada a pesar de tanto discurso, demasiada flauta y quena que tocan por doquier. Como diría Juan Inuma: “Realmente estamos jodidos”. Por ejemplo, en Morales, “raspan” una calle y a nadie le interesa la secuela de esa acción y nos dejan con una polvareda y no informan de alguna solución inmediata, porque el asfaltado recién se dará de aquí a medio siglo.
Ahora sí vamos al tema, amado lector. En el caso de los motocarristas, ellos tienen “libertad” de actuar cómo la gana les da, por las siguientes razones: su carencia del más mínimo concepto del civismo y que saben que no serán sancionados, saben que tenemos autoridades permisivas, en el fondo vivimos un desgobierno total porque las autoridades viven de la “buena imagen” y no para resultados concretos y sostenibles. En el caso de los pasajeros motocarristas, cuyos conductores les faltan el respeto cometiendo todas las infracciones habidas y por haber. En toda esta tragedia el ciudadano no se involucra porque “no es su problema” ¡y aquí radica la esencia del problema! Así de sencillo. Sabemos que mi amigo el alcalde Tedy del Águila Gronerth, llamará a COMUNICANDO para mayores explicaciones, aunque los regidores se opondrán diciendo que nuestras soluciones no funcionan. (Comunicando Bosque y Cultura – Asociación para el Desarrollo Sostenible de la Amazonía peruana).