Es hora de que las promesas bajen del cielo y aterricen en decisiones concretas.
En el aeropuerto Guillermo del Castillo Paredes de Tarapoto, las colas se forman desde muy temprano. No es raro ver a pasajeros impacientes, algunos soportando el calor sin aire acondicionado para hacer su chek in y sala de embarque reducida -cuando tienes 02 vuelos- los pasajeros tienen que hacer cola en los exteriores que da a la pista para abordar- y la suma de reclamos va en aumento por retrasos ocasionados por la escasa infraestructura operativa.
“Una región que mueve más de 300 mil pasajeros en tres meses no puede tener un aeropuerto que parece del siglo pasado”, comenta irritada Maritza Ramírez, comerciante que viaja a menudo entre Tarapoto y Lima.
Las cifras hablan de crecimiento. En el primer trimestre de 2025, San Martín movilizó 303,094 pasajeros, un aumento del 2.8 % respecto al mismo periodo de 2024, y consolidó su posición como el aeropuerto amazónico con mayor movimiento. Pero esta bonanza de usuarios no ha sido acompañada de mejoras en el servicio ni de avances concretos en infraestructura.
La molestia de los pasajeros es creciente, no hay condiciones adecuadas para vuelos nocturnos o en mal clima. “Si llueve fuerte, mejor ni vengas, porque cancelan todo”, lamenta Jorge Torres, guía turístico. Los equipos de aproximación están desfasados, y las luces de balizaje aún no han sido instaladas pese a múltiples compromisos del Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC).
Desde hace varios años, el Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC) ha venido anunciando, en repetidas mesas de trabajo, que el inicio de las obras de ampliación y modernización del aeropuerto Guillermo del Castillo Paredes depende del saneamiento físico-legal de los predios. Es decir, trámites burocráticos sin resolver que siguen postergando una intervención urgente. Mientras tanto, la pista opera sin luces de balizaje adecuadas, con equipos de aproximación que limitan la operación nocturna y en condiciones meteorológicas adversas. A pesar del volumen creciente de pasajeros, la infraestructura sigue detenida en el tiempo.
La concesionaria, encargada de operar el aeropuerto bajo la supervisión del Estado, no muestra avances significativos. Las inversiones comprometidas siguen siendo promesas, y el Estado, lejos de fiscalizar con firmeza, parece resignado al retraso crónico. En un departamento con un crecimiento sostenido en turismo, comercio y conexión con otras regiones del país, esta parálisis representa un freno a su desarrollo.
El aeropuerto de Guillermo del Castillo de Tarapoto no es un caso aislado. Los aeropuertos de Rioja, Yurimaguas y Juanjuí —todos estratégicos para la conectividad regional— permanecen relegados, con pistas que apenas cumplen los mínimos operativos y sin planes visibles de reactivación o mantenimiento. La descentralización del transporte aéreo en la Amazonía es, en los hechos, parece una quimera.
Paradójicamente, mientras San Martín crece un 2.8 % en pasajeros respecto al primer trimestre de 2024, el aeropuerto más importante de la selva, en Junín, cae en picada con una dramática reducción del 70.4 % en el mismo periodo. En marzo, Tarapoto movilizó más del doble que toda la región de Junín. Esto debería despertar una mayor atención del Ejecutivo. Pero ni el MTC ni las autoridades regionales parecen tomar el liderazgo que exige este momento.
Es como si el cielo estuviera lleno de pasajeros, pero la pista no tuviera a nadie en tierra dispuesto a asumir el mando. El Estado no reacciona, las autoridades no lideran, y la concesionaria no ejecuta.
Los sanmartinenses seguirán volando —porque la región no deja de crecer— pero lo hacen desde un aeropuerto sin futuro claro, sin plan maestro en marcha y sin una autoridad que enfrente la negligencia institucional con decisión. Las cifras están ahí. La oportunidad también. Pero, por ahora, solo hay silencio y retraso.
A pesar de ser el motor aéreo de la Amazonía, San Martín enfrenta un abandono institucional crónico. Ni el MTC ni la concesionaria asumen la urgencia de actuar. Mientras tanto, otros aeropuertos como los de Rioja, Juanjuí y Yurimaguas también languidecen. Son pistas olvidadas en territorios que claman conectividad y desarrollo.
El crecimiento de pasajeros no se detendrá. Pero si el Estado y sus aliados no reaccionan pronto, el cuello de botella será tan crítico que ni el despegue turístico y comercial de la región podrá sostenerse. Es hora de que las promesas bajen del cielo y aterricen en decisiones concretas.