No lo supe hasta que lo conocí de manera directa. En nuestra Amazonía, existen varias culturas que han sido arrasadas, no cuando llegaron los españoles o hace dos o tres siglos, sino que en el siglo XX.
Conocí por ejemplo a los Wachiperis o Harakmbut, ubicados en el Cuzco, quienes hasta hace 70 años, se contaban por miles. De acuerdo a uno de los líderes de la comunidad, Alberto Manqueriapa, llegaban hasta 15 mil. En el presente no son más de 300, con una lengua en extinción, hablada solo por 13 personas. La viruela, llevada por misioneros cristianos evangelicos fue la que casi acaba con ellos y las historias sobre ese periodo, son muy tristes, como aquella que cuenta que se metían a las aguas de sus ríos para calmar las fiebres, pero morían de pulmonía.
Así también conocí en Brasil a los suruís, que han sido arrasados por el avance de la reforma agraria en los años setenta. ¡Hace tan poco! Los suruís se enfermaron del sarampión y de ser más de 10 mil, terminaron siendo solo 200 ó 300.
En Loreto y San Martín, historias de ese tipo se repiten, como los cocamas que sufren de la terrible hepatitis que está diezmando su población y no hay reflejos de parte de las autoridades para solucionar aquellos problemas. Como los shawis que ven amenazado su territorio y se prevé una desgracia pronto, impulsada por las pretensiones de “llevar el desarrollo con carreteras”. El Estado no solo los olvida, sino que promueve su desaparición. Mañana más…