El Fidget Spinner arrasa entre los pequeños y llena de dudas a los mayores, que no entendemos como un mecanismo tan sencillo ha creado esa dependencia en nuestros hijos. Es una pieza de plástico, con tres brazos y cuatro aspas que giran a una gran velocidad. No hay más. Los que los venden afirman que ayuda a mejorar la concentración, alivia el estrés y la ansiedad, pero lo cierto es que no está demostrado.
En un artículo publicado por El Mundo, los psicólogos Esther Blanco y Andrés Calvo, de la Clínica Persum, apuestan por un poco de cordura ante esta nueva moda, ya que aseguran que no existe ninguna investigación científica de rigor que asocie el uso del Spinner con una mejora de la concentración, atención o reducción de la ansiedad. Frente a este objeto, estos especialistas recomiendan escuchar más a nuestros hijos, más conversación con ellos, más tiempo de juegos compartidos y evitar caer en modas.
Precisamente, en el mismo medio de comunicación aparecía parte de una carta escrita por un profesor, Víctor Conrado, que trabaja en el CEIP Parque del Estrecho de Algeciras, en la que decía que “el fin de curso del año 2017 pasará a la historia como aquel en el que los maestros intentaron dar clase mientras los niños daban vueltas y vueltas a su spinner”. Y es que es evidente que la moda de la pasada primavera ha llegado a todos los lados y preocupa por igual a profesores y a padres por la dependencia que este nuevo artilugio ha creado en nuestros pequeños.
Como recordaba también hace unos días El Español, el fidget spinner se ha convertido en las nuevas peonzas, yoyó, hulahops o tazos, encantando a los pequeños y preocupando a los adultos en 2017 pese a haber nacido en los años 90, cuando Catherine Hettinger inventó este artilugio para pasar tiempo con su hija, ya que ella padecía miastenia gravis, una enfermedad que provoca debilidad muscular por lo que no podía recoger los juguetes de la pequeña. Con su invención trataba de que ambas se divirtieran y se empezó a vender sin ningún éxito por lo que su patente expiró en 2005. Kate Ellison, directora de la escuela primaria Washington en Evanston, Illinois, ha prohibido los fidget spinners en clara ya que “hemos descubierto que tienen el efecto contrario al que anuncian”, porque los niños se dedicaban a hacer girar el artilugio en vez de a escribir en las aulas.