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viernes, febrero 14, 2025
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Fin de fiesta

02

Los seres humanos tenemos un punto de partida y un final claramente reconocido. Nuestra vida empieza y lenta o velozmente se acerca cada vez más a su final. Esta verdad resulta con frecuencia aterradora frente a esto cómo sociedad hemos diseñado una serie de recursos para enfrentarla. En la antigüedad por ejemplo la mayoría de sistemas culturales hablaban sobre la vida después de la muerte, creencia que validaba también la existencia de los Dioses y su veneración. Desarrollar una fe respecto a esto permitía a los individuos enfrentar más eficazmente la enfermedad y la sensación asfixiante de dar un último respiro o cerrar los ojos para siempre. Con el avance de la ciencia y el entendimiento de los diversos procesos naturales y físicos la tendencia para desarrollar fe resulto más difícil de conseguir. Los individuos de la modernidad y post modernidad ya no se entregan con tanta facilidad a los dogmas y credos, sobre todo porque los diferente movimientos religiosos han decepcionado en su accionar. En respuesta a esto hemos desarrollado una serie de entretenimientos para distraernos del encuentro con la muerte. El primero y fundamental es el trabajo, en su mayoría la gente se ve involucrada en 8 horas de trabajo diario. Los mismos que representan el 75 % de horas aprovechables(siendo 12 horas de luz de sol el 100%), tener un trabajo permite conseguir dinero, y este objetivo en la actualidad es suficiente para involucrarnos en cualquiera sea nuestra actividad laboral permitiéndonos distraernos de pensar acerca de lo que hacemos en nuestra vida, que se acaba, simplemente hacerlo nos satisface. De lo contrario sería difícil imaginar cómo alguien podría soportar 8 horas escribiendo documentos u 8 horas de pie atendiendo al público. Nos distraemos del hecho de que esas 8 horas son irrecuperables en tiempo de vida, jamás podemos volver a vivirlas por mucho que lo intentemos. Esta idea puede ser calificada como dramática, pero la existencia es en sí dramática, porque desde su creación está diseñada para finalizar.

No, nuestras historias no pueden escribirse cómo “y vivirán felices para siempre” o “por siempre jamás”, lo correcto sería escribir “y vivirán felices hasta que llegue la muerte” y luego de esto, misterio. Para distraernos de esto nos sirve también en la modernidad toda la inversión que se ha hecho en entretenimiento. Los estímulos sin precedentes que podemos encontrar en el cine, la televisión, la industria de los videojuegos, la industria de las redes sociales, la industria del turismo, gastronomía, la industria del sexo, la industria del arte etc.. Todos estímulos que inundan alguno o varios de nuestros sentidos, hasta embotarlos, ya no los utilizamos para comprendernos en el universo, solo nos permiten envolvernos en historias virtuales cuyo final usamos para olvidarnos un poco del nuestro. Con esto no pretendo generar un sentimiento fatalista, por el contrario, me parece que tener presente la finitud de nuestra vida, nos ayudaría a empeñarnos con más entusiasmo en el tiempo que empleamos, haciendo que estemos más atentos a las palabras y actividades que realizamos con los seres queridos, más involucrados en lo que planeamos desarrollar como trabajo, más reservados en cómo conservamos el espacio de vida que tendrán los que vengan en el futuro, más conscientes de cómo nuestro comportamiento puede afectar el tiempo de vida del otro, cuan larga hacemos su furia, su soledad, su confusión o su alegría. El miedo a que todo se termine nos acerca también a buscar una filosofía que nos sostenga, una práctica de búsqueda que satisfaga nuestros terrores, que en la modernidad hemos decidido olvidar. En la actualidad se está desarrollando el campo de la Tanatología- entendida como el conjunto de conocimientos relacionados con la muerte, sus causas y sus fenómenos.- y entre sus muchas aplicaciones aparece el de acompañar psíquica y emocionalmente a las personas que están cerca de la muerte. En el ejercicio de esta disciplina se ha descubierto que los elementos que nos ayudan a entregarnos con la mayor tranquilidad posible a la muerte, son el poder perdonarnos y perdonar posibles afrentas en la vida, también influye nuestra capacidad de registrar logros a lo largo de nuestro crecimiento y el haber desarrollado un conjunto de creencias más o menos coherentes con nuestro accionar. Perdonar, agradecer y creer.

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