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viernes, enero 24, 2025
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¡Gracias, familias López y Arévalo!

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Nunca, creo, se realizó en Tarapoto un evento como la ceremonia que cumplieron en hacer mis primos López Arévalo, hijos de mis tíos José Luís López Ramírez y Rosa Mercedes Arévalo Tenazoa, que consistió en el traslado de los restos del tío José Luís y su hijo José Luís, desde el cementerio general de Tarapoto, hacia el camposanto Paraíso Eterno, y esparcir las cenizas de la tía Rosita, quien falleciera en Miami, Estados Unidos, pero que pidió que sus restos reposaran en su tierra natal.

Evento como el realizado y la asistencia de la familia le dieron un marco especial de emoción porque es la respuesta de una familia que creció sin olvidar sus raíces, teniendo presente sus orígenes que, en el último siglo, tuvo sus dos momentos definidos cuando los padres de tía Rosita, nuestros abuelitos Rodolfo y Mercedes, se aventuraron por las tierras del Ucayali, por los años veinte del siglo pasado; y un segundo momento, cuando se produce el retorno a la tierra de sus mayores, y es donde la actividad de la familia López Arévalo se centra en el fundo Arcadia, en el antiguo Polish, hoy el centro poblado Bello Horizonte.

Mis tíos José Luis y Rosa Mercedes constituyeron la primera familia tarapotina realmente emprendedora. En el fundo Arcadia se construyó la primera rueda hidráulica como generadora de energía para mover el trapiche que molía la caña. El fundo Arcadia fue el fundo alcoholero por antonomasia en donde confluyeron trabajadores de todas partes del departamento. Fue un crisol de energía y emociones bajo el liderazgo del tío Lucho y la bondad de la tía Rosita. El fundo Arcadia, a orillas del Pucayacu que riega el pequeño valle, antaño paso obligado de la ruta hacia el Bajo Huallaga que recorrieron Antonio Raimondi y otros exploradores del siglo XIX, donde crecieron y se formaron los hijos de los tíos: José Luís, Carmela, Betty, Ovidio, Herman, Sally, Maxwell, Eisenhoover, Harry, Lucy, Norma, Rosa, Wilbur y Bolívar.

El fundo Arcadia tuvo sus momentos de esplendor, y fue en esos momentos en que la flor y nata de la sociedad tarapotina de esas décadas eran invitadas para disfrutar de la amistad de la familia. Ahí nació un emprendurismo temprano que se replicó en otros lugares de la región. Perduran los recuerdos de una manera grata porque todos quienes llegaron o pasaron por dicha finca tienen sus evocaciones del buen trato, de esa generosidad sin límites que encontraron.

La imprevista y temprana muerte del tío Lucho, en 1960, sumió a la familia en esos momentos difíciles. Fue como emprender una nueva lucha para salir adelante y lo lograron. El triunfo es más hermoso cuando se vencen dificultades y la vida es un permanente desafío, y la familia lo aprendió por su propia experiencia. José Luis López Arévalo, hijo, quien no quiso emigrar a los Estados Unidos y prefirió quedarse en esta ciudad, falleció en 1912. Tía Rosita, fallecida en 1915, en los Estados Unidos, exigió que sus cenizas sean enterradas en Tarapoto.

El viernes 05 de este mes de agosto del 2015, la familia ha sido convocada para el acto del segundo entierro del tío José Luis y de José Luís, hijo, y las cenizas de la tía Rosita, y ha respondido a esta convocatoria. Fue el momento de reencontrarnos y evocar esos días mejores y volver a descubrir que la vida sigue adelante y que el espíritu de familia persiste a pesar de los años y la distancia, como lo demostró la nueva generación de los nietos y bisnietos que llegaron desde los Estados Unidos para estar presentes. Por eso: ¡Gracias, gran familia López y Arévalo!

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