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lunes, diciembre 2, 2024
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No hable acerca de lo que no sabe

La Biblia dice que el necio pasa por sabio cuando guarda silencio*. Esto porque el necio habla de más; y en sus tantas palabras abunda en error. Muchos creen que por hablar más, serán considerados como más sabios e ilustres; cuando en realidad lo que están haciendo es publicar con arrogancia su ignorancia; porque en la forma que se expresan, de manera tan contundente, propia de los “muy conocedores”, con la pretensión de saber algo que realmente desconocen, sólo consiguen demostrar su necedad.

Uno debe hablar más de lo que conoce más. De lo que menos sabemos, deberíamos hablar menos, con humildad, con una disposición a aprender. Y esto, respecto a todo tema: deporte, salud, política, religión. Más que esto, es hacer el ridículo.

Respecto a la Biblia, muchos son los que hablan de ella sin siquiera haber leído uno de sus libros. En una ocasión, durante una exposición gráfica en Lima acerca del desarrollo de la Biblia en nuestro idioma, un hombre mayor, de apariencia y vocabulario muy intelectual, opinaba y afirmaba con suma convicción diciendo entre otras cosas, que los hijos creados por Dios sólo eran los judíos, haciendo referencia a “los hijos de Dios y de los hombres” mencionados en el primer libro del Génesis. Ante la objeción de algunos, el respondió sin duda que así está escrito. Alguien le dio una Biblia para que leyera y explicara el pasaje… pero al dársela, ¡ni siquiera sabía dónde se encontraba el Génesis! Otro también opinaba junto a su mujer, ambos más jóvenes pero de igual apariencia intelectual, diciendo que las traducciones están mal hechas, que contienen errores, cada iglesia traduce la Biblia a su manera y que la que usa la iglesia católica es muy diferente a la que usa la iglesia evangélica, etc.

No pude quedarme sin participar. Les dije que el pasaje al que hace referencia en Génesis está antes del diluvio, por lo que según la Biblia, todos somos descendientes de Noé y por lo tanto todos creados por Dios. Que si bien hay errores en las traducciones ninguna de ellas afecta al mensaje central de la Biblia, son minucias, nombres, lugares, números, expresiones de la época cuyas variantes no cambian para nada el mensaje más importante: Que todos nos hemos alejado de Dios, hemos pecado, necesitamos un salvador, y que éste es Jesús, el Hijo de Dios. Que Dios ofrece perdón por medio de la fe en él a todos los que se arrepienten, y así salvarlos en la esperanza de un mundo venidero nuevo y perfecto. Pretender desacreditar ese mensaje por este tipo de “errores” es una necedad, un intento de eludir su llamado. Decir que el mensaje de las Biblias católicas y evangélicas difieren entre sí sólo demuestra prejuicio y que nunca las han comparado. (Ni siquiera considerando a los libros deuterocanónicos de las “Biblias católicas”)

Y es que muchos tienen tanta antipatía al cristianismo y la Biblia, que sus prejuicios les hacen quedar como necios. Como cierto columnista muy renombrado que en un importante diario de circulación nacional despreció a la Biblia diciendo que era el invento de unos cuantos viejitos locos que se pusieron de acuerdo para escribirla; ignorando todas las evidencias históricas y arqueológicas, manuscritos antiguos y los hombres de ciencia que las estudian.

Todos somos ignorantes en diversos temas. Ninguno de nosotros lo sabe todo. De ahí la necesidad de considerar otros puntos de vista, oír, informarse, leer, estudiar. No hay humano que sepa todo acerca de Dios, pero él ha revelado algo acerca de sí mismo a hombres y mujeres cuyos testimonios han quedado registrados por miles de años en la Biblia. La Biblia declara ser inspirada por Dios. Al leerla continuamente iremos conociendo cada vez más de Dios y su voluntad aun si la estudiamos por años. La Biblia es una fuente inagotable de sabiduría.

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