Para algunos es la llave para llegar al cielo, para otros, un estigma asociado al infierno y al diablo. Para la mayoría, algo que ya no tiene importancia.
Una vez me pasó por la cabeza, la idea de llegar virgen al matrimonio (cuando aún tenía 8 años y era lógico, mi familia era tradicional) Desde pequeñas nos dicen es “lo correcto”, y hubo un tiempo en el que estuve muy cerca de la iglesia y hasta llegué a ponerme un lazo blanco en mi muñeca derecha que representaba “pureza”. Ese lazo era una promesa conmigo misma, en donde me comprometía a llegar virgen al matrimonio. Pero, la verdad, es que siempre había tenido curiosidad por lo prohibido.
Según los diccionarios, una persona virgen es aquella que no ha experimentado una relación sexual con penetración. Para otros, una persona virgen es quien no ha tenido contacto sexual de ningún tipo con otra persona.
En la última década se le ha restado valor a la virginidad. Ahora, las personas ven la sexualidad como un acto personal que deben disfrutar, claro está, con mucha responsabilidad; y que si se llega o no virgen al matrimonio, no hace menos ni desvirtúa a la persona.
Muchas mujeres sienten sensaciones de placer que nacen con las “mariposas en el estómago”. Son los casi primeros novios los que empiezan con los tocamientos y quienes terminan con las bofetadas, que te alertan de que algo peligroso se viene asomando entre las sábanas. Es una lucha constante por evitar los acercamientos “impúdicos”, como diría mi abuelita, hasta que ¡por fin! tienes la madurez emocional necesaria y decides que es el momento.
Estas primeras experiencias enseñan que muchas veces es inevitable resistirse a alguien que además de gustarte, lo amas, y que esa compenetración permite conocer aspectos de su personalidad que se mantienen ocultos detrás del deseo de poseer. Puede que este llegue a ser el amor de tu vida, o algo cercano a ello.
Actualmente, la gran mayoría de los jóvenes ya no buscan a una mujer virgen para poder mantener un noviazgo formal con fines o no, de matrimonio (al menos no es un requisito primordial). Ahora, empiezan a darle mayor peso a otros valores en la relación como el amor, la comprensión, el apoyo, el respeto, la incondicionalidad, la confianza, la comunicación, la inteligencia, el proyecto de vida a futuro, los intereses y las aficiones, y se va dejando atrás el valor de la pureza ligada a la castidad de la mujer.
La virginidad se puede mantener intacta por el tiempo que desee la mujer. No existe edad, momento ni situación que obliguen a perder la virginidad. El perder la virginidad es un paso importante y de gran significado para la vida. Así como debe ser una bella y enriquecedora experiencia, también conduce a grandes responsabilidades, no solo por el riesgo de algunas consecuencias que toda relación sexual trae consigo, sino también por el cambio emocional que se llega a experimentar.
Según estudios sobre sexualidad humana, si tu primera relación coital es una experiencia positiva es probable que en el futuro veas el sexo como algo saludable, placentero y divertido y a tus futuros amantes como personas buenas en quienes se puede confiar. Si la experiencia es de esas que es mejor olvidar, posiblemente te ocurra lo contrario. Por lo tanto nadie debería tomarse a la ligera la primera vez.
Llegar virgen al matrimonio siempre fue para mí, más que un objetivo, un deber. Pero hoy, que ya no soy, pienso totalmente diferente.
¿Qué propósito puede tener el saber si una mujer es virgen? A mi juicio, hay dos indignos motivos principales, que han debido someterse a extinción tiempo atrás, pero que se mantienen por tontas e innecesarias tradiciones: 1) Para establecer la paternidad de al menos el primogénito y 2) Para evitar que la mujer pueda comparar sexualmente a sus parejas.
Por eso puedo afirmar que si me caso con otra persona sin tener relaciones previas, estaría haciéndolo sin conocerlo completamente, porque ¿Y qué tal si después de dar ese importante paso no somos compatibles o la sexualidad no funciona o no es satisfactoria? La sexualidad es tan importante en una relación como la comunicación: Ambas deben funcionar para que también funcione la relación.
No estoy diciendo que las mujeres deban ser promiscuas o se acuesten con cada hombre que conozcan, mucho menos sin son menores de edad. Pero si deciden no hacerlo antes del matrimonio, que sea por su real decisión, no por complacer a otros, porque los resultados pudieran no ser los esperados.
Así que no quiero exponer a mi futuro esposo a una infidelidad, solo por no haber experimentado lo suficiente, o viceversa…
Mi diamante está bien pulido y listo para encajar en mi dedo