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sábado, marzo 22, 2025
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Historias de Tarapoto, 22

Por Willian Gallegos Arévalo
(Comunicando Bosque y Cultura).

En los años sesenta Tarapoto entraría a la modernidad, aunque todavía incipiente. Un factor decisivo será la llegada del gobierno de Fernando Belaunde con la construcción de la carretera marginal de la selva. En 1964 se produciría en la ciudad una vorágine que dinamizó la economía. Llegan maquinarias que nunca habíamos visto. Se produce una inmigración, principalmente de gente de la costa por la fuente de trabajo que significaba el proyecto. Dos empresas se convertirían en emblemáticas, como eran la Brown Root y la supervisora Conselva. Llegan a Tarapoto, sede operativa del proyecto, vehículos equipados con modernos medios de comunicación para la época. Recuerdo que la primera maquinaria se estacionó provisionalmente a la altura del puente sobre el Choclino, en La Banda de Shilcayo.

La construcción de la carretera fue parte de un proceso que se inicia con estudios preliminares entre los años cincuenta y 1961, cuando la expectativa se centra en el Huallaga Central y el Biavo por la ganadería y el cultivo del tabaco, tanto que hasta finalizar los años sesenta los aviones de las compañías Faucett y SATCO (Servicio Aéreo de Transportes Comerciales), recogían carne y tabaco en Pucacaca, Picota, Bellavista y Juanjuí. En 1965 se da inicio al primer gran proyecto de desarrollo agropecuario con la ejecución del proyecto de desarrollo de las cuencas de los ríos Huallaga Central, Chiriyacu y Río Nieva. Confluyen dos tremendos proyectos para dinamizar lo económico y social. Ya nada volvería a ser como antes.

Belaunde invitó a Tarapoto a René Barrientos Ortuño, presidente de Bolivia. El arquitecto, con esa labia que se manejaba, se tira un discurso en la entonces glorieta de la Plaza de Armas, mientras el boliviano le miraba admirado. En 1965, Belaunde presenta en un mitin improvisado en el antiguo aeropuerto al famoso economista norteamericano Walter Rostow, asesor de John Kennedy y Lyndon B. Johnson. Ese mismo año llegaría a Tarapoto Luis Bedoya Reyes, entonces alcalde de Lima, presentándose en la noche en la glorieta ya indicada. Cuando el pueblo le pidió que cierren el Parlamento, dijo con energía: “¡No señores de Tarapoto! ¡Nosotros sí somos demócratas!”. El Apra le hacía una feroz oposición al gobierno, incluso, no veían con simpatía la construcción de la carretera marginal, tanto que, en su espacio político, en Radio Tropical, decían que para que esa carretera sea práctica tendrían que ponerle techo. Fui testigo de todos los hechos que describo.

Como Fernando Belaunde era divorciado y venía a Tarapoto frecuentemente, comenzó a especularse sobre otras razones además de su función presidencial. Surgió entonces, lo que es un tema universal: dizque se había enamorado de una tarapotina, lo que nos hizo recordar esa romántica tradición de Ricardo Palma: “La achirana del inca”. El arquitecto tenía su “piedra”. Era guapo el majadero. ¿Quién era la favorita del arquitecto? Se mencionaban candidatas. Dos de ellas solían pasearse en sus autos por la ciudad. No menciono nombres, porque los juicios son muy caros y hacer tratos con abogados nadie recomienda. (Comunicando Bosque y Cultura).

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