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lunes, marzo 24, 2025
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Incendios forestales, centralismo que ahoga

Todavía está fresco en nuestra memoria y el dolor que sentimos y se aviva cuando recordamos el pedido de auxilio por la falta de oxígeno de enfermos y familiares en las semanas más fatales del Covid 19, mientras que en Lima la noticia trágica de lo que ocurría en San Martín, Loreto, Ucayali, Amazonas o Madre de Dios les llegaba altamente literalmente.

Era un extremo del ninguneo, indignante, por cierto. Lo mismo que a nivel regional, pese a la emergencia no se agilizó adquirir una planta de oxígeno, o ver la forma de abastecer a los hospitales, más bien se permitió el negociado con balones que de 150 soles llegaron a costar hasta 1000, 2000 y 3000 soles. Pero, fue en Iquitos con el padre Raymundo junto a miles de aportantes del lugar del exterior que lograron una planta de oxígeno. En Tarapoto, Moyobamba, Tocache o Juanjuí, los hospitales no de plantas de oxígeno, la misma venia de Chiclayo o de Lima, muchos de los nuestros, no llegaban con vida a las puertas de los hospitales, falleciendo en los asientos de un motokar.

En Tarapoto, apareció una empresa con una pequeña planta OXISAM, dicha planta era pequeña, hasta su alimentación eléctrica era monofásica, teniendo que habilitarle la energía con un elevador traído de emergencia desde una chancadora del Huallaga. Decisiones operativas, que se tomaron como un “estado de guerra” bien que mal, pero debían adoptarse, mientras el ex gobernador y médico y la gente de su entorno hacia y deshacían de los “presupuestos de emergencia” ¿recuerdas?

Si y para no olvidar, están en el limbo las investigaciones por tráfico y la venta de balones de oxígeno, alquiler y tráfico de camas UCI… ¿parece que fue ayer pero no me acuerdo? parece que dirá por ahí un juez un fiscal o un abogado…

Mientras el centralismo limeño desde el gobierno nacional de turno seguía con su inhumana indiferencia hasta que en nuestra “Lima Virreinal” se empezó a necesitar el oxígeno. Recién se activaron las alarmas y empezaron a actuar, como debió suceder hacia los “otros” departamentos, pero no fue así.

En los incendios forestales, el mismo molde.

En la actualidad con los incendios forestales que parte de la costumbre de quemar desperdicios forestales para preparar terrenos para sembríos, se vienen dando en diferentes regiones amazónicas del país, de forma alarmante por la fuerte sequía. Se ha declaro en emergencia, pero la presencia auxiliadora del Estado es débil, que muestra desinterés, como si la vida de los animales y la riqueza forestal que se destruye no importara.

Las llamadas de auxilio se vienen realizando de diferentes formas, pero la respuesta sigue siendo tibia.

Tal vez porque el principal origen sea la actividad de los hombres y mujeres del campo que hacen su chacra, que no lo hacen con la intensión de ocasionar un devastador incendio, el tema está en saber de buena tinta y tenerlo claro: el cambio climático nos está mostrando sus primeras garras, la fuerte sequía que hace de nuestros bosques es “la mejor leña”.

El gobierno, sabía lo que se venía, especialistas y profesionales de reconocida probidad lo venían advirtiendo, pero, al tener “políticos iluminados” que sólo les interesa el “billete”,  poco parece interesarles, su habitad y el agua que beben, y en la primera línea del problema, -en el caso de San Martín- deberían estar,  los diez alcaldes provinciales y los 78 distritales, tal perece que andan esperando que el fuego llegue a sus cocinas para extender la “mano a papa” al gobierno centralista y a cuando llega “el estado de emergencia” no sepan ni siquiera formular y aplicar un presupuesto para la emergencia. Ahí están aquellos que jamás imaginaron la magnitud del problema por su facilismo e improvisación, se debió abrir la puerta a rápidas campañas que sensibilicen a los habitantes.

Estamos casi seguros que de producirse incendios similares de las zonas arborizadas cercanas a la capital limeña, la reacción sería distinta, como ocurrió con el oxígeno, reforzando conductas discriminatorias, y haciendo del país un Estado incumplido con su propia legalidad, atentando contra la Constitución que dice que todos somos iguales ante la ley.

Esperamos reacciones positivas para la atención urgente a las zonas que siguen ardiendo, y que las lluvias que han empezado a caer sea una gota de aliento para miles de familias afectadas que han perdido sus sembríos y animales que son la única fuente de subsistencia.

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