La situación social es clara: La población anda por camino incierto. Desde muy lejos se avizora el futuro como un punto obtuso. No es la azulina vertiente que moja verdes praderas o vírgenes florestas, donde animales silvestres de mansedumbre natural sacian su sed.
Un equivocado líder político, en su afán ególatra de llegar al poder, ha conducido un grupo de inocentes almas a la matanza de más de treinta mil personas que carecían de vela en ese entierro incierto, provocando más de treinta mil millones de dólares de pérdidas de los pobres pobladores.
Hace seis años, se ha dispuesto el enfrentamiento de la policía armada con personas nativas desarmadas, por la defensa del medio ambiente, precisamente el 5 de junio, fecha en que se celebra el día mundial de medio ambiente, dejando como saldo más de treinta inocentes personas muertas ¿Alguien puede explicar semejante barbaridad en pleno desarrollo científico, en medio de tanta modernidad? ¿Quién es el culpable? Silencio, no se oye……. Si fuera Pedro Tremebundo ya estaría castigado “con todo el peso de la ley”, pero, por suerte no fue Pedro. Nadie fue. Porque no hay ningún castigado; sin embargo, las familias que perdieron sus seres queridos, lloran en silencio.
En medio Oriente, las noticias diarias no son de otro tema que de ataques, de incendios, de violaciones, de muertes y más muertes. Al parecer, la lluvia de dinero que se obtiene por la venta de petróleo remoja tanto a las personas que las ciegan el razonamiento y el sentimiento.
¿Cómo el ser humano puede perder su propio concepto y razón de ser vivo? ¿Tanto puede el dinero enceguecer a las personas? ¿El dinero tiene más valor que el hombre en su magnitud integral? ¿Es que la idiotez está inundando los cuerpos humanos como epidemia generalizada? Dinero, dinero, dinero. ¿Por qué no añadimos al dinero, las palabras amor y sabiduría? El ser humano es completo: Materia, sentimiento y conocimiento. ¿Qué va hacer un ser humano solo con dinero, sino siente nada por nadie y si no conoce nada? Simplemente es un bípedo silvestre con cadena de oro en el cuello.
El metal oro parece que enceguece a quienes le desean. Atahualpa fue engañado a canjear su vida por gran cantidad de oro. Miles de hectáreas de bosques en Madre de Dios están miserablemente devastadas por el oro. Decenas de personas están siendo muertas y heridas en Arequipa por el oro. Quizá no importaría que personas naturales o jurídicas se envilezcan por el oro, se llenen de oro en sus partes ocultas, sino que personas que nada tienen que ver con ese fanatismo tonto, tengan que sufrir en enfrentamientos: Policías y civiles, que conllevan a herirse y morir. ¿El policía que mete bala a los civiles como en Vietnam lo hace por ese oro? ¿El poblador que lanza piedras a diestra y siniestra, como el cruel muchacho que persigue al ave en el campo, hasta herir a los policías, lo hace por el oro? Ninguno de los dos actores principales de estas tragedias se enfrenta por el oro; sin embargo, la razón de estos disturbios es el oro. ¿Entonces, quiénes son los verdaderos interesados del oro? Silencio, no se oye…
También no se entiende ¿Por qué ocurren estos estériles enfrentamientos entre paisanos, si muy bien podrían evitarse mediante el diálogo? ¿Se agotó la capacidad de diálogo? Estos disturbios son signos claros de la vida desordenada de la nación, que se carece de visión panorámica del futuro, que la población camina en completa incertidumbre, urge la necesidad que los corazones de los pobladores se amalgamen con el amor. La solución no es sencilla, no es responsabilidad de una persona, de un gobierno, de un partido político, es tarea de todos.