Nunca estaremos preparados para despedir a los amigos. Y tuvimos que hacerlo con el Ing. José Ignacio Tello, cuando el domingo de la semana tras anterior nos enteramos a través del Facebook de su partida que, claro, se veía venir, pero que nos negábamos a aceptarlo.
Con José Ignacio Santisteban Tello, con quien nos llamábamos Pedro William, cultivé una amistad que se prolongó por más de veinticinco años, y siempre con esa misma confianza, con el mismo respeto, porque es casi imposible encontrar esas personas con quienes cultivamos las mismas maneras de interpretar los procesos de la sociedad y que se mantienen fieles a sus actitudes en donde el honor y la decencia permanecen y perduran.
Con Carlos Quintos Contreras, un conocido agricultor y magnífica persona, y mi amigo Pedro William, solíamos encontrarnos en esas tertulias donde discutíamos los temas políticos, los problemas de los hombres del campo y querer entender la realidad de la vida para cambiarla. Y después de algunas horas de esas conversaciones en las que dominaba el humor sano y querendón llegábamos a la conclusión de lo difícil que es el propósito de cambiar las cosas. Y el mundo seguía siendo igual de malo, como nos recordaba Paco Umbral en una de sus novelas.
Con Pedro William –así voy a llamarle en toda esta semblanza que le dedico—tuvimos una relación de amistad que nació aquel día cuando junto con Raúl T. Cabrera Quispe, otro buen colega y amigo, visitaron el ex Banco Agrario del Perú, para unas consultas sobre el financiamiento del agro para la zona del Biavo. Nuestra actitud fue como si nos conociéramos de muchos años. Y no volvimos a encontrarnos años después, cuando en abril de 1992 llegó al Banco, cumpliendo el encargo del Ing. Gonzalo Villavicencio Aguilar, entonces Director Regional de Agricultura, para invitarme a incorporarme al Fondo de Desarrollo Agrario que se estaba formando pues el Banco Agrario, por disposición del gobierno de Fujimori, se estaba desactivando.
Pedro William fue uno de los catorce directores del FONDAGRO, aportando con sus ideas, con sus sugerencias sanas en la toma de decisiones, especialmente en el tema de las garantías de los préstamos que, como ya conté en otra crónica, no había forma de constituir garantías hipotecarias que respaldaran los préstamos, pues, los títulos y los certificados de posesión estaban con la Comisión Liquidadora de los Bancos de Fomento. Fue la congresista de la época, Aurora Torrejón Riva quien promueve un convenio entre el Consejo Transitorio de Administración Regional, que antecede a los gobiernos regionales de hoy, para que los títulos se devuelvan a los productores. Por no constituir garantías el suscrito soportó juicios penales habidos y por haber y se promovió una campaña de descrédito en mi contra por uno de los ex directores del FONDEAGRO, el verdadero beneficiado.
Dedico estas palabras a mi amigo Pedro William en recuerdo de esa amistad que forjamos, expresándole a su familia que también aprendimos a querer y respetar a un ciudadano de bien quien hizo del honor y la decencia una norma de vida y que en la Dirección Regional de Agricultura San Martín lo valorarán por siempre. Nunca te olvidaremos Pedro William. ¡Descansa en la Paz del Señor por toda la eternidad, amigo Pedro William!