Pareciera que la delincuencia en nuestro medio va ganando su actividad ilícita, y todo indica que no es nada ajeno con lo que va pasando a nivel nacional. Si en Lima la delincuencia se da las 24 cuatro horas del día, en nuestra zona de San Martín, debemos unirnos todos para vencer esta lacra que no debería por nada del mundo quitar nuestra tranquilidad.
Este cáncer podrido de la sociedad, y que no debería existir, ni siquiera las cárceles deberían ser el refugio de estos desquiciados que de la noche a la mañana se ven de muchos lujos, producto de sus robos y asaltos a mano armada.
Al delincuente las cárceles no solo debe causarle la pérdida de su libertad, el Congreso debería trabajar una ley para que ningún delincuente coma gratis, como viene sucediendo, con el sacrificio de ti peruano que pagamos nuestros impuestos, esos delincuentes todos los días comen gratis. Tú pagas, yo pago y todos pagamos nuestros impuestos al erario nacional, y con este dinero el Estado les da las tres comidas a estos maleantes.
Esto debe terminar lo más pronto posible con una ley que determine el trabajo rudo y drástico, y bien controlado a estos degenerados.
Sucede lo terrible cuando estos delincuentes existentes en nuestro medio, no solamente están pendientes de seguir asaltando y robando a cuanta gente encuentran a su paso, si no que buscan la modalidad de hacer quedar mal a otros, haciendo uso de documentos (DNI) ajenos, que con la actividad delincuencial permanente que tienen, al estar en sus manos un DNI que no les pertenece, buscan la forma de darle utilidad en algún robo o asalto que comenten botando o dejando el respectivo documento en el escenario de sus miserables fechorías.
Pobre de aquella persona que le corresponde el documento de identidad robada, inocentemente podría caer como cómplice de un delito que no cometió, y que nuestras autoridades policiales y judiciales deben actuar muy cautelosa e inteligente para no responsabilizar a gente inocente, mientras que los verdaderos y miserables delincuentes quieren pasar como santitos, cuando muy bien a estos degenerados, vagos y mal nacidos les debe caer todo el peso de la ley.
El temperamento y característica de todo delincuente es: siempre actúan a la defensiva, nunca asumen la responsabilidad de sus fechorías, desconocen a sus cómplices, incluso se consideran los inocentes y los inmaculados que no hacen nada malo. Ahí tenemos al sanguinario y temible delincuente conocido con el alias el “caracol”, que fue el terror en el Callao, y se considera el inocente de todas las acusaciones que la policía y la justicia le imputa.
El programa Panorama, se ha dado el lujo durante dos semanas consecutivas de pasar el traslado de este delincuente al penal de Challapalca, de máxima seguridad, cuyos privilegios y los grandes lujos con lo que vivía en uno de los penales de Lima, prácticamente se le acabaron, como debería acabarse toda comodidad y privilegio de todo delincuente en todas las cárceles.
Para la sociedad no hay delincuente menor o de menor peligro, todos llevan en la sangre el repudio que se tienen así mismos, por eso actúan con sangre fría y no tienen compasión de nada y de nadie. Con esta característica del delincuente, la justicia no debería actuar como viene actuando hasta hoy con mucha blandura y consideración, como el hecho de que si se porta “bien” en la cárcel o se confiesa por adelantado sus más horrendos crímenes, sabe si dice o se confiesa como tal, la justicia le favorecería.
¡Basta ya con este tipo de justicia que no tiene nada de justicia! La justicia señores magistrados debe responder al clamor, a la necesidad y a la seguridad de la ciudadanía, que no la tiene esta última, muy por el contrario estamos viviendo momentos de mucha zozobra, y no permitamos señores policías, señores jueces que esto continúe; y ustedes señores alcaldes de Tarapoto, la Banda de Shilcayo y Morales, recobren algo de capacidad moral para el bienestar y progreso de estas localidades, que nada bueno exhiben, más que escándalos, corrupción y más escándalos.