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miércoles, enero 15, 2025
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La presencia de la IA en la educación

La trastienda

Por: Rossmary Montalván

La inteligencia artificial ha copado nuestro entorno, esa es la realidad en la que estamos viviendo y que les toca vivir a nuestros hijos y nietos.  Los niños nacidos a partir de este año, son de la generación Beta y pertenecen a la segunda generación nacida plenamente en la era digital, lo que significa que, entre otras cosas la IA estará completamente integrada en su vida cotidiana.

Es inútil cerrar los ojos ante esto, lo que nos queda es adaptarnos y convivir con ello.  La IA está entre nosotros desde la década del 50, que fue cuando los investigadores de todo el mundo empezaron a explorar la posibilidad de crear máquinas que realicen tareas que necesiten de la inteligencia humana, como por ejemplo la resolución de problemas, la toma de decisiones y la habilidad para comunicarse con un lenguaje natural.

Sin embargo, el verdadero crecimiento en el desarrollo de la IA se dio décadas después, cuando los progresos de la tecnología así lo permitieron dejando el camino libre a los investigadores para avanzar más rápidamente en la creación de sistemas de inteligencia artificial más efectivos y potentes.

La educación no es la excepción a este avance, la IA está presente en los procesos educativos desde la personalización del aprendizaje hasta la automatización de tareas administrativas, es decir, está revolucionando la forma en que se enseña y se aprende; la pandemia fue determinante para que se produzca un cambio radical, las instituciones educativas estatales y particulares se vieron obligadas a adaptarse rápidamente a un entorno virtual con todos los beneficios y riesgos que esto conlleva.

En Ecuador, en los últimos años se vio una mejora significativa de notas en estudiantes universitarios, lo cual sería una buena noticia, pero, cuando un investigador docente inicia una investigación (valga la redundancia) para observar los factores de este progreso en el aprendizaje, descubre que los universitarios empleaban la inteligencia artificial para desarrollar los exámenes parciales y finales, teniendo incluso repositorios digitales con exámenes desarrollados desde antes de la pandemia.

Lo antes expuesto se está dando en toda la región, pues el uso no ético de la inteligencia artificial a la hora de dar un examen de conocimiento es un serio riesgo relacionado al fraude académico, por tanto, es vital que se actualicen las formas de evaluación en las instituciones educativas, implementando medidas de seguridad adecuada y técnicas de supervisión efectivas para mitigar estos riesgos.

No se puede permitir que exista, por ejemplo, suplantaciones de identidad, exámenes subrepticios en línea, compartir las respuestas en tiempo real,  acceso a materiales de estudio y recursos que están prohibidos durante los exámenes, respuestas automatizadas que no muestran el verdadero aprendizaje entre otros; parece exagerado, pero existe la posibilidad de que sea una situación real, erosionando la confianza en el sistema de evaluación, dañando la reputación de las instituciones educativas y lo que es peor haciendo que el fraude se convierta en una práctica común y aceptable entre los estudiantes.

¿Cómo pueden, los educadores combatir este peligro? Con un enfoque de evaluación integral que valore todo el proceso de la adquisición del conocimiento sin enfocarse solo en la nota final, combinando tecnología, metodologías innovadoras de evaluación y educación ética; esta combinación debe ser una prioridad para mantener la integridad del proceso educativo creando un ambiente académico equitativo que fomente la integridad y el aprendizaje genuino.

A medida que la IA se integra más en la educación y en los procesos de aprendizaje, hay que abordar los peligros que esto acarrea de manera proactiva y eficaz. Los aspectos éticos en el uso de la IA en la educación son complejos y están en constante evolución, por tanto, es crucial que los educadores como desarrolladores de tecnología colaboren para abordar estos desafíos y asegurar que la IA se utilice de una manera que beneficie a los estudiantes, al sistema educativo y por ende, a la sociedad.

Ojalá que quienes toman las decisiones en el gobierno nacional tomen conciencia, dejen mezquindades políticas y realmente empiecen a pensar en los niños y jóvenes que son el presente y el futuro de nuestro país.

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