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miércoles, enero 22, 2025
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La travesía por el río Mayo

Por Willian Gallegos Arévalo

Navegar por el río Mayo es cosa seria. Por la característica topográfica del río, este tiene dos tramos navegables: entre Túmbaro (Rioja) y Marona (Moyobamba), en el Alto Mayo, donde el río discurre con tranquilidad, indolencia, calma y displicencia como si fuera burócrata pronto a jubilarse, o autoridades encerradas en sus nubes. En el Bajo Mayo, la ruta que antaño la recorrían los balseros y viajeros partía desde Pinto Recodo (Lamas) hasta su desembocadura en el río Huallaga y el tiempo de la travesía es alrededor de veinte horas, según el estado del río. En su parte media el río tiene un tramo que no es apto para la navegación por las cascadas que se forman en su curso.

No es propósito de esta crónica describir al río con un halo de romanticismo, sino que queremos rescatar la importancia estratégica de la cuenca del río Mayo que, gracias a Dios, todavía no se ha contaminado y es casi la única esperanza que nos queda como proveedor de agua para el consumo humano y para el riego, razones que, como hemos coincidido con el ingeniero José Revilla Vuelot, obliga a que la cuidemos como si fuera la niña de nuestros ojos, pero que, sin embargo, por el poco interés de nuestras autoridades todavía existe un riesgo tremendo y, en previsión de ello, desde Comunicando Bosque y Cultura venimos exigiendo que se declaren en emergencia nuestras cuencas hidrográficas. Felizmente, dentro de dos años tendremos nuevas autoridades.

Los Balseros Ancestrales, un colectivo de ciudadanos sanmartinenses, ante la inercia y abulia de las autoridades, desde el año 2016 venimos recorriendo en nuestras balsas los ríos Huallaga y el Mayo con la finalidad de rescatar una tradición, fomentar el turismo responsable, recuperar la memoria de cómo eran los viajes hace algunas décadas donde los balseros eran esas personas imprescindibles, rendirles un homenaje porque ser balsero era una forma visible de heroísmo pues de ellos dependía la seguridad de todos durante las largas travesías desde Tingo María (Huallaga) y Pinto Recodo (Mayo) a Iquitos. Las balsas eran los medios de transporte cotidiano para esos largos viajes que duraban semanas viendo solo el cielo azul y los bosques todavía exuberantes y ubérrimos.

La travesía por el río Mayo tiene un encanto especial como lo descubrimos los Balseros Ancestrales en los dos viajes que realizamos. A la par que disfrutamos del hermoso paisaje a lo largo de toda la cuenca, el río es peligroso en los lugares menos imaginados. Se sale de un escollo para encontrarse con otro y los balseros tienen que estar ojo avizor porque un descuido o una distracción puede producir la tragedia. Desde Pinto Recodo hasta el sector de Buri-Buri las corrientes que se producen por la pendiente del cauce y las rocas son un peligro permanente y nadie está seguro durante todo el viaje. Los pueblos, a lo largo del río, tienen sus propios encantos. En Cuñumbuqui, el viernes pasado, tuvimos una calurosa despedida.

El río Mayo sigue siendo nuestra madre nutricia. Y los modernos Balseros Ancestrales queremos despertar en todos la importancia y urgencia de conservar esta cuenca. Por eso: ¡Declaremos intangible la cuenca del río Mayo! ¡Loor a los Balseros Ancestrales de ayer y siempre! (Comunicando Bosque y Cultura).

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