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sábado, diciembre 14, 2024
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Lo malo y lo bueno por llegar a palacio

Prof. Gilder Rengifo Paredes 

El terruqueo está de moda en la campaña en el intento de instaurar la dinastía fujimorista, al estilo del imperio japonés. 

Resulta contradictorio cuando Keiko Fujimori, presa de pánico ante la posibilidad de su derrota por tercera vez, ve en Pedro Castillo y en sus opositores la resurrección de terroristas, que supuestamente han sido derrotados por su padre; con lo que busca amedrentar y alejar de él a los electores, y ganarlos para su causa.   

Se trata de un lenguaje sucio en una campaña política desesperada; porque aquí está en juego la defensa de fabulosos intereses. Campaña que está muy bien proveída de recursos financieros por grupos de poder económico, en el que están comprometidos los canales de televisión; perfectamente alineados para demoler sistemáticamente la imagen de su contrincante y menguar a su única fortaleza: los olvidados del Perú. 

Este es, pues, momento de truculencias desbocadas movidas por ambiciones palaciegas, en el cual valen todas las armas, incluso los cinismos desenfrenados y amnésicos; tal como ocurre al cargar los pasivos: el pasivo de Pedro Castillo, al que por no tener la suya, propia, se le carga la “mochila de piedras de su padre político, Cerrón», olvidándose Keiko Fujimori de que, además de su propia mochila, repleta de dólares provenientes de las empresas corruptas, carga, además, la mochila fangosa y ensangrentada de su padre, que cumple condena por corrupción en el penal. 

Todos estos hechos y dichos hacen prever momentos más turbulentos en nuestras calles. Porque las contradicciones cada día son más controvertidas, coyunturalmente más inconciliables; pero, no obstante, previsible, asimismo, que después de esta tempestad, más temprano que tarde, necesariamente, nuevas condiciones de vida tendrán que llegar. Porque es impensable la continuidad de este estado de cosas insanos y perversas, y porque el cambio es el curso lógico para continuar existiendo como nación. 

Por supuesto que esta polarización asusta y confunde a muchos, en medio de esta pandemia genocida. Pero, no obstante, permite el despertar dela conciencia política de las presentes generaciones de juventudes, después de 200 años de ignominiosa vida republicana. Durante cuyo tiempo la gran mayoría de peruanos hemos venido soportando, aletargados, el peso de las inequidades, del robo sistémico asociado, de la marginación vergonzante y de ser mirado, de lejos, con el rabillo de los ojos de un Estado centralista y dócil ante la imposición de los amos del mundo, pero abusador de las tolerancias de los hombres y mujeres del Perú. 

Por estas razones, a partir de aquí, consecuentemente, ya no más engaños. Ya no más negociados mafiosos bajo la sombra sin estar advertidos, ni más entreguismo de nuestros recursos naturales sin ser acusados. Pues ahora estamos ya claros al ver la causa de nuestros males, de nuestras desgracias crónicas, a la luz de las comprobaciones de nuestras realidades de las confrontaciones desesperadas por el poder. Todo queda claro a la vista del más inocente. Por eso, basta ya de premiar con la banda presidencial a la corrupción. 

No cantemos pues avemarías si somos incapaces de armarnos de peruanidad; única fuerza moral y patriótica capaz de erradicar las causas al fantasma de sendero luminoso si éste ha sido ya derrotado, según ellos, hace tiempo?  

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