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lunes, enero 20, 2025
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Los hogares pobres gastan S/22 diarios en alimentos

La presidenta Dina Boluarte declaró que con S/10 se puede hacer sopa, segundo y postre; mientras que no hace mucho el titular del Midagri indicó que en el Perú no se pasa hambre. Estas afirmaciones del Ejecutivo no solo subestiman el gasto real para la alimentación de las familias, sino que ignoran que más de un tercio de los peruanos no satisfacen sus requerimientos nutricionales. Asegurar una alimentación adecuada para los más vulnerables requiere de mayor inversión privada para generar crecimiento y empleos de calidad, además de estrategias e intervenciones públicas focalizadas y oportunas.

El hambre en el Perú

Según cifras del INEI para el 2023, alimentar a una familia de cuatro personas en situación de pobreza requiere de un gasto de S/22 diarios. Dicha cifra, que puede llegar a S/30 en Ica y S/18 en Cajamarca, es más de dos veces la mencionada por la presidenta. Según el INEI, en el segundo trimestre del 2024, el 36.5% de la población (12,5 millones de personas) presentó déficit calórico. Es decir, más de un tercio de los peruanos no consumen las calorías suficientes para cubrir el mínimo saludable.

Haciendo uso del Índice Global de Hambre se verifica que, luego de una mejora entre el 2010 y el 2019 en la seguridad alimentaria en el Perú, persiste un deterioro desde entonces. Así, el Perú ocupa en el 2024 la posición 38 de 127 países, por detrás de Colombia (28), Brasil (33) y México (31). Estos retrocesos también se evidencian por regiones. Así, con excepción de Áncash, Piura, Cajamarca, Cusco y Ucayali, las 20 regiones restantes se encuentran en peores condiciones de hambre que en el 2019, y 8 de ellas registran incluso un peor resultado que en el 2010 (por ejemplo, Lima y el Callao).

Pobreza y desnutrición

El incremento en la inseguridad alimentaria en el Perú está asociado con la mayor pobreza y la lenta recuperación económica tras la pandemia. Según el INEI, en el segundo trimestre del 2024, el 29% de hogares enfrentó una disminución de sus ingresos o pérdida de su patrimonio, porcentaje superior al del mismo período en el 2019 (22%). Frente a esta situación, el 21% se vio obligado a reducir su consumo de alimentos, cinco puntos porcentuales más que hace cinco años.

Crecimiento y desnutrición

Entre el 2009 y el 2014, mientras el Perú crecía en promedio 5,8% anual, la desnutrición y la pobreza se reducían en 1,9 y 2,2 puntos porcentuales cada año, respectivamente. Sin embargo, conforme la economía perdió dinamismo, el ritmo de mejora de dichos indicadores se desaceleró. Tras la pandemia, la reducción de la desnutrición consolidó su estancamiento y la pobreza aumentó. Volver a reducir la pobreza monetaria y el déficit calórico requiere de un mayor dinamismo económico que se logrará solo con mayor inversión privada. De esta manera, las familias podrán satisfacer sus requerimientos nutricionales gracias a empleos de calidad.

El ministro de Desarrollo e Inclusión Social cumplirá 2 años de gestión en unos días. Corresponde entonces exigir que, en coordinación con el MEF y el Minsa, despliegue intervenciones adecuadas que respondan a las necesidades urgentes de la población.

La percepción de desigualdad en Perú es alta.

El 51% de los encuestados considera que esta desigualdad es considerable, y el 59% percibe un incremento en la brecha entre ricos y pobres en los últimos dos años. Este panorama refleja una situación económica donde las oportunidades no están distribuidas de manera equitativa, lo que afecta a una gran parte de la población.

En este contexto, un 43% de los encuestados cree que en Perú no todos tienen las mismas oportunidades para salir de la pobreza, mientras que el 42% está en desacuerdo con la idea de que las personas son pobres porque desaprovechan las oportunidades disponibles.

La encuesta también arroja datos relevantes sobre la percepción de género en relación con la movilidad económica. Un 67% de los encuestados considera que los hombres tienen más ventajas para alcanzar una mejor posición económica. Los resultados de ENADES 2024 ponen en evidencia un Perú donde la percepción de desigualdad económica y social es notoria, afectando la manera en que los ciudadanos visualizan sus oportunidades y su futuro. Los datos sugieren que, para una gran parte de la población, el país ya no representa el “país de las oportunidades”, una narrativa que parece haber perdido fuerza en los últimos años.

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