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sábado, diciembre 14, 2024
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Contra los malos gobernantes

Los hubo siempre y siempre los habrá. Desgraciadamente, la lista de malos gobernantes no termina. Dios les delegó su autoridad para gobernar y ellos la aceptaron; muchos, jurando hacerlo bien, invocando su nombre y a los santos evangelios (juramentos, que, como siempre, Dios toma muy en serio). Estos malos gobernantes ignoran las exigencias de Dios, las mismas que no han cambiado por generaciones, tal como lo vemos en la Biblia. Le invito a leer la denuncia pública que hizo Miqueas contra los malos gobernantes de su nación, siete siglos de Cristo. Es una denuncia inspirada por Dios, y como notará, parece una denuncia de hoy:

« ¡Ay de aquellos que aun en sus sueños siguen planeando maldades, y que al llegar el día las llevan a cabo porque tienen el poder en sus manos! Codician terrenos, y se apoderan de ellos; codician casas, y las roban. Oprimen al hombre y a su familia, al propietario y a su herencia. Por eso dice Dios: “Yo también tengo planes contra ustedes. Voy a enviarles una desgracia de la que no podrán librar su cuello, y ya no podrán caminar orgullosamente porque serán tiempos de desastre…” »

«Escuchen, gobernantes y autoridades, ¿acaso no corresponde a ustedes saber lo que es la justicia? En cambio, odian el bien y aman el mal; despellejan a mi pueblo y le dejan los huesos pelados. Se comen vivo a mi pueblo; le arrancan la piel y le rompen los huesos; lo tratan como si fuera carne para la olla. Un día llamarán ustedes a Dios, pero él no les contestará. En aquel tiempo se esconderá de ustedes por las maldades que han cometido. »

«Mi pueblo sigue caminos equivocados por culpa de los profetas que lo engañan, que anuncian paz a quienes les dan de comer pero declaran la guerra a quienes no les llenan la boca…»

«Escuchen esto ahora, gobernantes y autoridades, ustedes que odian la justicia y tuercen todo lo que está derecho, que construyen las ciudades y el país sobre la base del crimen y la injusticia. Los jueces de la ciudad se dejan sobornar, sacerdotes y pastores enseñan sólo por dinero e iluminados venden sus predicciones alegando que Dios los apoya, y diciendo: “El Señor está con nosotros; nada malo nos puede suceder”. Por lo tanto, por culpa de ustedes, su sociedad va a quedar convertida en barbecho, en un montón de ruinas, y lo más sagrado se cubrirá de maleza.»

«El Señor está llamando a la ciudad, y es sabio oírle con reverencia: Escuchen, pueblo y consejeros de la ciudad: En la casa del malvado hay riquezas mal habidas y esas medidas falsas que aborrezco. ¿Cómo podré perdonar al que emplea balanzas alteradas y pesas falsas? Los ricos de esta ciudad son todos opresores; mentirosos y engañadores todos sus habitantes. Por eso he comenzado a castigarte, a destruirte por causa de tus pecados.»

«Comerás, pero no quedarás satisfecho, sino que seguirás sufriendo hambre; recogerás provisiones, pero no podrás salvar nada… Sembrarás, pero no cosecharás; molerás aceitunas, pero no aprovecharás el aceite; pisarás uvas, pero no beberás el vino… Por eso yo haré de ti y de tus habitantes un motivo de horror y de burla, y vergüenza…»

No hay verdadera prosperidad para el que hace mal. El corrupto nunca obtendrá plena satisfacción en esta vida, y ni muerto descansará en paz. Dios es justo y será implacable; pero es amor y como antes, hoy también les da una oportunidad, les llama al cambio, al arrepentimiento, para enmendar lo malo y comenzar de nuevo.

«No hay otro Dios como tú, porque tú perdonas la maldad… Tú nos muestras tu amor y no mantienes tu enojo para siempre. Ten otra vez compasión de nosotros y sepulta nuestras maldades. Arroja nuestros pecados a las profundidades del mar. ¡Mantén, Señor, la fidelidad y el amor que en tiempos antiguos prometiste a Abraham y a Jacob!»

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