21.6 C
Tarapoto
viernes, enero 24, 2025
spot_img

Manuel Augusto Lainez Guerrero

Por Willian Gallegos Arévalo

No deja de ser verdad aquello de que hay amistades que nos ennoblecen: tenerlos es un privilegio y un don sin igual. A lo largo de nuestras vidas, el significado de la amistad nos da la fortaleza para enfrentar esos momentos difíciles que nos llegan y que solo la presencia de ese afecto hermoso ayuda a superarlo. Y una expresión de ese afecto fue Manuel Augusto Lainez Guerrero.

En verdad, tengo el privilegio de haber construido relaciones de amistad con muchísimas personas. De repente más que ninguno, y todo gracias a aquellos hombres y mujeres en quienes el principio fundamental es el respeto. Muchos de ellos ya no están y tengo deudas tremendas que pagar por ello. Porque la amistad es ese don que hace que nos sintamos mejores seres humanos y la razón de nuestro vivir y que este sea intenso, fuerte, supremo y soberano.

Conocí a Manuel Augusto Lainez Guerrero en mayo de 1992 cuando coincidimos en el Fondo de Desarrollo Agrario o FONDEAGRO, invitado para ser gerente de una entidad que intervendría en el financiamiento de la actividad agraria en una etapa de desactivación del Banco Agrario del Perú y que los fiscales malentendieron que tal ente, formado casi de emergencia, era una entidad de apoyo social y que devino en largos juicios donde Manuel Augusto, y yo, fuimos embarcados de una manera cruel e inmisericorde, cuando no perversa, y en mi caso fue el gozo personal de un sujeto que por allí todavía anda. Veinticinco años de nuestras vidas estuvimos sumidos en la infamia.

¿Cómo describir a Manuel Augusto sin que caigamos en el exceso de decir en demasía o incurrir en la cortedad de

nuestra definición? Digamos simplemente que fue, en lo profesional, un ingeniero agrónomo competente; en lo personal, un extraordinario ser humano. No podría escribir más sin incurrir en superlativos vanos. Porque él representó lo que todo hombre de bien construye en su vida y actúa en consecuencia: honestidad, pasión por lo que ama, amor a su familia, vocación de servicio, una comprensión universal de la vida y amor a la humanidad.

En el FONDEAGRO tuve en Manuel Augusto Lainez Guerrero el apoyo total en el desarrollo de un proceso para el bienestar de los agricultores sanmartinenses. Ya, como presidente del Directorio, promovió la industrialización del sector agrario, y con tanta intensidad que todos nos olvidamos que la entidad del que formábamos parte tenía funciones transitorias hasta que se constituyera la Caja Rural de Ahorro y Crédito, y hoy no sabemos qué fue de esa entidad que, gracias al Fondeagro pudo constituirse. Y no puedo dejar de mencionar a otros directores, por sus solvencias profesionales y personales: Manuel Osores Escurra (+), José Ignacio Santisteban Tello (+), Jorge Gallardo Castillo, Roque Guevara Rodríguez, Pardo Miguel Moncada Mori (+), Eduardo Pinedo del Águila, Aurelio Trigozo Saldaña, Antonio Moreno Vargas (+), Lorenzo Izquierdo Regalado.

Tal vez el mejor elogio a Manuel Augusto Lainez Guerrero fue expresado por Luis Alberto Vásquez Vásquez, el viernes 13 de este mes de diciembre, en Moyobamba: “No conocí a un trabajador de una institución pública más honesto, competente y transparente que el ingeniero Manuel Augusto Lainez Guerrero”. ¿Para qué más? (Comunicando Bosque y Cultura).

Artículo anterior
Artículo siguiente

Artículos relacionados

Mantente conectado

34,598FansMe gusta
408SeguidoresSeguir
1,851SeguidoresSeguir

ÚLTIMOS ARTÍCULOS